Señora María Fernanda Cabal:
Sé que con la lectura de esta carta fortalezco su estrategia de posicionamiento mediático. Que en tiempos de tanta agitación política, lo que usted busca es, a cualquier precio, que su nombre se pronuncie en medios, redes sociales, barrios, hogares. Lo asumo. Pero entre más se denuncie su cinismo y crueldad, y más analicemos este tipo de estrategias, mayor será la comprensión de las violencias invisibles y sutiles, que legitiman las violencias que matan.
Fui soldado y alcé un amigo que pisó una mina cuando llegaba del combate. En mi memoria quedaron la mezcla de olor a sangre, a pus, a pólvora, y a metal. Él había salido a matar, bajo la consigna que aún usted propone, pero estuvo cerca de su propia muerte. Y esta consigna, la de matar, es la misma que lleva a la sociedad a crear enemigos, a odiarlos hasta que el asco sea tan fuerte, que solo quiera matarles. Matar, como usted lo sugiere hoy a las FFMM. Esto, Señora cabal, se conoce en el ámbito de los Estudios de Paz como violencia cultural: aquella que a través de discursos de odio, legitima y potencia el uso de otras violencias:
En doctrina militar matar no es la consigna de un soldado. El Derecho Internacional Humanitario, normas destinadas a limitar los efectos de la guerra, ha fijado marcos interpretativos para los combatientes. Algunos ejemplos textuales: “No causes daños innecesarios, desarma al combatiente enemigo, respeta su vida, trátalo humanamente, asístelo”. Como ve, antes de matar, existen procedimientos alternativos incluso, en la misma guerra.
¿Por otra parte, que fragilidad sugiere que existe en las acciones de las damas rosadas? Aquí se evidencia su descompuesta percepción de la bondad y su postura despectiva con mujeres que han hecho mucho por este país.
La guerra es patriarcal. Esto se sabe y debe saberse en todos los rincones del planeta. La valentía que nos han vendido y que usted pretende replicar está en declive. Si bien la gente que la sigue quiere escuchar las palabras que hoy salen de su boca, es gente que ya está cambiando, que está comprendiendo que otra Colombia es posible, que sabe que usted manda a matar sin saber qué es la muerte. La cobardía, es de quien pide matar. La fragilidad es de quién aprovecha el populismo para cautivar almas históricamente contaminadas por la violencia.
Yo, que fui soldado, que tuve un arma en la mano y por consiguiente la posibilidad de matar, hoy prefiero hacer lo que hace una dama rosada. Allí radica la fuerza, en la bondad. Hoy debemos acudir a la vida, a su brillo, a la esperanza. No a lo que usted propone.
Hay formas más dignas y humanas de ganarse la vida, señora Cabal.
Gracias