De sus 48 años de vida, Juan Carlos Valencia Calzada pasó 17 como sacerdote. Nació en Bocas de Satinga, uno de los municipios más jóvenes de Nariño (1975), a unas cuatro horas de Tumaco. Estaba a cargo de la parroquia de San Francisco de Sales en Mosquera, donde había sido designado por el obispo de la Diósesis de Tumaco, monseñor Orlando Olave Villanova.

El padre Juan, como le llamaban simplemente, estudió Teología Moral en Italia, pero antes de terminar los estudios regresó a Tumaco porque en Europa “no se amañó”. Extrañaba mucho al Pacífico y a sus gentes. Era un enamorado de la cultura de su región, la música y la danza ancestrales, que reaparecen cada año siete días antes de Cuaresma, al son de las marimbas y los cununos, y las cantaoras que hacen la delicia en parques y calles.

Fue vicario de pastoral de la diósesis y como tal muy cercano a los jóvenes, a los matrimonios y a la comunidad “en la que gozaba de mucho aprecio por su entrega abnegada los más pobres del Litoral Pacífico.”. En su cuenta de Facebook comentó en agosto pasado lo entusiasmado que estaba con el proyecto pastoral que había empezado en junio.

En su vida tuvo algunos quebrantos de salud, entre ellos un dengue que logró superar. El coronavirus le ganó la batalla. En el Hospital San Andrés de Tumaco estuvo seis días en observación con afección bronquial de la que fue dado de alta, las pruebas habían salido negativas para coronavirus. Cuando se pensó que estaba en franca mejoría y el así lo manifestaba en sus mensajes, volvió a decaer y tuvo que volver al Hospital. Desde allí mandó uno de sus últimos mensajes el miércoles 6 de mayo: “Dios los bendiga, gracias por todo, por todo y por todo…sigo orando por ustedes”. 

El jueves 7 de mayo al mediodía falleció.