Una lesión en la espalda que cargaba desde la época en que era el más prometedor de los zagueros en la Universidad Pontificia Bolivariana, sacó del fútbol profesional a Victor Marulanda hace 17 años. Tenía 28 años y una carrera envidiable que lo había llevado a jugar una final de Copa Libertadores y una eliminatoria mundialista. Aunque fue campeón con el Alianza Lima del Perú y jugó para el Deportivo Pereira, Victor Hugo Marulanda siempre tuvo el corazón verde. Desde que pateó su primer balón en 1974, con solo tres años de edad, en la guardería La casa del Niño a donde Bernardo y Cecilia, sus papás, lo habían matriculado, quiso ser del Atlético Nacional.
Creció en los barrios Simón Bolívar, Belén y Villa de Aburrá como el más paisa de los paisas. Un sentimiento que ni siquiera un atentado que sufrió su papá por intentar robarle el carro en 1989, cuando la guerra que Pablo Escobar le había jurado al estado arreciaba, pudo disminuir. Su única frustración fue no haberse podido graduar de la Pontificia Bolivaria como bachiller por haber sacrificado los estudios por el balón. Entonces en el estadio apenas le cabían 20 mil personas y no era uno de los grandes; Millonarios y América reinaban.
Cuando su espalda se quedó rígida como un chamizo Victor Hugo Marulanda no sé desalentó. Empezó a estudiar ingeniería industrial en la Universidad Autónoma Latinoamericana y un año después una llamada del presidente del club, Hernán Cadavid Gomina, le marcó su nuevo derrotero: sería el gerente deportivo del Club. Tenía 31 años. Cinco años después, en el 2006, se convirtió en el presidente del Club y de paso el hombre de confianza de Carlos Julio Adila, cabeza del grupo Ardila, que desde 1996, con 8 millones de dólares, se hicieron al 75% de las acciones y el control del club.
Con Marulanda los Ardila empezaron a ver la gloria. De tener una simple casa que hacía de sede administrativa vecina al Estadio y unas divisiones inferiores derruidas, pasaron, en estos veinte años, a ser los reyes con una súper sede en Guarne dotada de sala de prensa, tres canchas profesionales, un gimnasio provisto de los últimos avances tecnológicos para recuperar físicamente al jugador al igual que un consultorio médico, pero sobre todo a ganar campeonatos: 15 campeonatos de liga (La mitad de ellos conseguidos siendo el gerente) Tres copas de Colombia, dos Libertadores y tres subcampeonatos de Suramericana.
Los Ardila empezaron también a facturar por cuenta del Nacional. Fueron US 15 millones el ingreso por las ventas de Marlos Moreno, Davinson Sánchez, Sebastián Pérez y Estefan Medina, formados en el Nacional, al Ajax, el Manchester City y Boca Juniors.
Las aspiraciones de Marulanda van más allá de crear una cantera tan poderosa como la del Barcelona o arrebatarle el mundial de clubes al Real Madrid. Quiere crear una universidad para técnicos en donde el mismo club pueda tener la capacidad de crear y capacitar entrenadores competentes, una clínica propia del equipo aprobada por la FIFA, las visitas constantes de metodólogos internacionales que les expliquen a las directivas cual debe ser el siguiente paso y la construcción de un estadio propio que además contenga un centro comercial y una pequeña ciudad en donde se respire sólo el ambiente de fiesta del Atlético Nacional. Propósito que no es sólo un sueño: Los Ardila tienen listos los 10 mil millones para respaldar a Marulanda.