El jueves 27 de abril de 2017, a las 9:17 horas, el joven Víctor Andrés Tobaría García de 19 años, sale de su casa en el barrio Carabelas, de Bogotá DC, con destino a la Universidad Jorge Tadeo Lozano, donde estudia Diseño Gráfico. Nunca llegó a su destino. Simplemente desapareció. Esa es una de esas noticias que conmocionan, que dejan incertidumbre como muchas otras de nuestro país que narran hechos que simplemente quisiéramos que no sucedieran.
Sin embargo, todo cambia cuando un desaparecido más empieza a ser más cercano. Cuando recuerdas tus años de estudiante de bachillerato, las calles del barrio donde creciste, y que los padres de ese joven estudiante, aunque no fueron tan allegados, fueron compañeros de colegio.
Una noticia así, es casi siempre lejana o vista en una cadena de redes sociales más. De pronto, empieza a sentirse como el roce de un disparo. Es real, verdadera, comprobable. Hay una madre y un padre destrozados, esperando noticias, rogando información, tocando puertas y medios de comunicación, y sabes quienes son, los conoces, son contactos de Facebook, de aquellos con los que no hablas mucho, pero que ahí están. Son más cercanos a algunos de tus amigos, pero han sido parte de tu vida. Personas que hoy día, coincidencialmente se desempeñan en un sector económico al que perteneces.
Empiezas a pensar en lo sucedido, mientras recuerdas la cruda y conmovedora letra de “Desapariciones” interpretada por Rubén Blades y años más tarde, por los Fabulosos Cadillacs. Las desapariciones, un fenómeno del cual ningún país ha sido ajeno.
La noticia ya no es un titular más, comienzas a pensar en esos jóvenes compañeros que conociste en su momento, que viste jugar fútbol, en los descansos, en las izadas de bandera, en las fiestas de adolescentes de la época, y que hoy son unos padres desesperados buscando a su hijo por todo medio posible, como cualquiera lo haría. Comienzas a pensar que pudo ser tu hij@ o el hij@ de un familiar, que esta noticia es un hecho que te impacta.
La noticia se dispersa rápidamente, y contactos en común se solidarizan, comparten la información y se unen en un momento tan difícil para la familia Tobaría García. Muchos son los desaparecidos, unos más visibles que otros, pero la incertidumbre y el dolor son iguales. Algo peor que perder a un ser querido es no saber de su paradero de un momento a otro.
Espero, como muchos de mis compañeros y amigos, el regreso de Víctor Andrés sano y salvo a su casa, para que cese la incertidumbre y sufrimiento de Andrés, Sonia y todos sus allegados. También que todas las familias que esperan por alguien, tengan noticias de su paradero.
Espero su pronto regreso, así haya sido una desaparición voluntaria, ahora eso es lo que menos importa. Me atrevo a creer que cualquiera que espera el regreso de alguien que desaparece solo espera que regrese bien. Más aún en un país como el nuestro, bañado en sangre por más de un siglo, donde cualquier cosa puede pasar en cualquier lugar, con un fenómeno de violencia que no hemos podido dejar atrás. Mis respetos y solidaridad con Andrés y Sonia, ex compañeros de colegio, padres de Victor Andrés.