Vicente Blel Saad se le ha medido a todo para asegurar su poder en el departamento de Bolívar, que aspira a coronar con la elección de su hijo Vicentico para la gobernación. Se codeó, sin recato alguno, con los jefes paramilitares cuando estaban en el culmen de su poder en los años 90. Y a principios de los 2000 tuvo el temple para contradecir a Ernesto Báez, quien pesaba en la región, donde Blel se había iniciado en la política como concejal de Cartagena en 1992 con el Movimiento de Integración Regional (MIR), con el propósito de sacar adelante su candidato a la gobernación de Bolívar, Libardo Simancas.
En agosto de 2003 Ernesto Báez, comandante del Bloque Central Bolívar y un anticomunista recalcitrante, citó a una reunión en el municipio de Barranco de Loba, a orillas del río Magdalena en la depresión momposina. Con cinco vacas, yuca sancochada, cerveza y jugo de mango para los que preferían soportar el asfixiante calor en una zona que se ubica por debajo del nivel del mar, Báez recibió cerca de 800 personas entre alcaldes y exalcaldes, candidatos a los concejos, líderes políticos y paramilitares de mando medio que movían los votos en la región. Entre los centenares de asistentes que disfrutaron de la comida y escucharon con atención las órdenes del jefe paramilitar como Diego Vecino para garantizar una victoria en las elecciones que se aproximaban, estaba Vicente Blel Saad, que todavía no había logrado extender su poder hasta esa región del departamento a pesar de ocupar una curul en el Senado con el Partido Liberal desde 1994.
El propósito de Ernesto Báez, un ideólogo y jefe militar que convencía con sus cátedras políticas a toda la base, era solo uno: imponer para la Gobernación de Bolívar a Alfonso López Cossio, un experimentado político liberal que ya había sido representante a la Cámara y hacía parte del grupo político de Álvaro ‘El Gordo’ García y su esposa Piedad Zuccardi. Vicente Blel apoyaba a Simancas, hijo de la clase política de la ciudad amurallada, exdiputado de Bolívar y exsecretario del despacho departamental.
Blel, médico de profesión, encontró en su amiga Eleonora Pineda, la baronesa de Córdoba que fue representante a la Cámara y una de las mujeres que podía hablarle sin tapujos a Salvatore Mancuso, una aliada en su propósito. Le pidió que intercediera para frenar a Báez y lograr el espacio que necesitaba para hacer política en el sur de Bolívar. Pineda, quien además logró el apoyo del parapolítico William Montes, accedió a ayudar y en septiembre convocó una reunión en la finca El Caramelo en el municipio de Tierralta. Logró juntar a los pesados de las AUC: Salvatore Mancuso y Diego Vecino. Blel logró su propósito. Mancuso, quien ya estaba involucrado en el proceso de paz del gobierno Uribe liderado por el comisionado Luis Carlos Restrepo, llamó al orden a Ernesto Báez y Libardo Simancas obtuvo el respaldo para aspirar a la gobernación. Inmediatamente, la aceitada maquinaria de Alfonso López Cossio quedó frenada y la balanza se volteó en favor del candidato de Blel.
La elección de Simancas para la gobernación entre 2004 y 2007, catapultaron a Blel como un poderoso cacique político. Sin embargo, con la desmovilización de las AUC, Blel vio delante de sus ojos desmoronarse su poder. En 2005 empezó a conocerse además su cercanía con capos del Cartel del Norte del Valle como Víctor Patiño Fómeque, más conocido como ‘El químico’, a quien le sirvió de testaferro de una finca llamada El Islote. Cesar Gaviria lo expulsó del Partido Liberal y su aspiración a reelegirse senador quedo frustrada. Finalmente, Salvatore Mancuso destapó su relación con Blel, que también tuvo relación con otros paras.
Pero Blel sobrevivió políticamente a través de las listas del partido Colombia Viva, también de afiliación liberal, y aunque no quedó elegido como senador, tuvo la suerte de poder llegar al capitolio como reemplazo de su colega Dieb Maloof, quien debió retirarse por las investigaciones de la Corte por parapolítica. Poco tiempo después, en el 2008, le llegaría su turno y fue detenido también por sus relaciones con los paramilitares. Blel renunció a su curul buscando que su proceso lo tomara la Fiscalía, donde esperaba que el proceso se dilatara lo suficiente como para quedar en libertad. La movida no le salió y en 2010 la misma Corte Suprema lo condenó a 7 años de prisión, una pena que le impidió ejercer directamente el poder pero no lo borró del mapa de la política y la corrupción en el departamento.
Vicente Blel le heredó su capital político a su familia y socios. En 2014, a través de una jugada maestra logró el aval del Partido Conservador para que su hija Nadia Blel Scaff aspirara al Senado. Llegó con 40.000 votos. En el mismo año su sobrino Manuel Berrío se hizo con una curul en la Asamblea Departamental y su otro hijo, Vicentico, logró un puesto en el Concejo de Cartagena con más de 12.000 votos. A estas posiciones le sumó los puestos que por vía del Partido Conservador en cabeza de Ómar Yepes y luego de David Barguil, logró para su círculo político en empresas como Aguas de Bolívar donde colocó a su sobrino Miguel Torres Scaff –forzado a renunciar por el escándalo de corrupción-, el Instituto de Patrimonio y Cultura, IPCC, y el Instituto de Deportes de Cartagena, Ider. Un camino de prebendas y contratos salpicados de corrupción que empezaron a ser destapados por la periodista Vicky Dávila en su programa en W Radio, con los que busca llevar a su hijo Vicentico a la gobernación del departamento.