"Y aquellos que eran vistos danzando, eran considerados locos por aquellos que no podían oír la música" Henri Bergson.
En días pasados se celebró en Santa Marta una cumbre de políticos de la Región Caribe, que temen se desconecte el departamento del Magdalena con el del Atlántico, para efectos comerciales y de otro tipo, producto de la erosión costera, que amenaza con tomar su playa natural. Cuando se hace un análisis de las respuestas que dan para el debate, hablan de cifras, de yoismos, de ejecuciones; algunos de salvar el planeta, de convivir con la naturaleza, de acabar la pobreza, es más, muchos mencionan la cuestión del comercio, de los servicios, del transporte. Sin embargo, pocos recuerdan el gran atentado contra la humanidad que se hizo con la construcción de esta vía entre las poblaciones de Ciénaga y Barranquilla, sin dejar las obras necesarias para la oxigenación entre la Ciénaga Grande, los caños y el Mar Caribe, con los altos costos técnicos, en infraestructura, que se ocasionaron después,con las obras que se tuvieron que hacer, que debían contar con un plan permanente de contingencias ambientales, de mantenimientos y adecuaciones preventivas, que se realizaron, en su momento, con el apoyo de la cooperación alemana.
En vez de convertirse el paso de la vía en un polo de desarrollo, en una frontera sostenible del Parque Natural Nacional Isla de Salamanca y de la Ciénaga Grande de Santa marta, en fin, la vía se volvió un cementerio de manglares, símbolo de la depredación, además de que sus poblaciones se sumergieron en la pobreza y hasta el sol de hoy, no han podido salir del fango. Hasta ahí íbamos regular, más bien, helados, sin embargo, ahora con los argumentos políticos y técnicos, de una porción de los actores claves del territorio, que cuentan con posibilidades de gestión, iniciativa y poder decisión, para buscar una solución definitiva al problema de la inminente desconexión de la frontera norte de Colombia con el centro del país, se abre una ventana de oportunidad para el desarrollo humano sostenible de esta microrregión del Magdalena.
Los viaductos son la real solución al problema planteado, lo demás son paliativos. Enhorabuena las autoridades ambientales y de transporte los incluyen como respuesta. En este caso, en doble calzada, cuentan con ejemplos eficaces como el Tamiami Trail que cruza un complejo ambiental similar en los Everglades en la Florida o el de La Virgen, en Colombia, en el departamento de Bolívar. Son rutas elevadas o autopistas de ultramar que permiten el drenaje natural de las aguas protegidas que cruzan, en este caso, serían las áreas núcleo de la Reserva de Biósfera y del Humedal Ramsar. Si allá pudieron, ¿acá por qué no? La cuestión es la financiación y la voluntad política. Ojalá lo logremos.
De paso con esta nueva mega obra, para esta vía, no se puede olvidar derrotar a la pobreza, en esta microrregión, con un plan integral para avanzar en su desarrollo humano sostenible. De cara a esto, para todos los proyectos que se realicen es clave contar con la vinculación de la comunidad, con la mano de obra local y cláusulas de desarrollo de infraestructuras sociales, con enfoque diferencial, en su área de influencia ambiental y poblacional. Para esto es importante que entre Infotep, Sena, la Universidad del Magdalena y otros aliados claves, se forme a la gente para el trabajo, con enganche laboral, en relación con estas iniciativas y para generarles oportunidades. Además, debe contar el proyecto con las obras complementarias y vías terciarias necesarias: no se puede solucionar un problema para crear otro, tapar un hueco para abrir otro.
Además, tal vez, ¿cómo les parecería —no solo desde el punto estético, sino de adaptación al cambio climático y de reordenamiento del territorio alrededor del agua— presentar, paralelo a los viaductos, un parque eólico en el mar Caribe para generar energía limpia, barata y ecoeficiente para los pueblos palafíticos y demás poblaciones, con alto IPM, en los alrededores, como ya los hay en Alemania, Dinamarca y el Reino Unido?
O que, para generar empleo y garantizar el mínimo vital de agua se puede proyectar instalar ahí una planta de desalinización de ósmosis inversa de agua mar como la de Ashkelon, Israel, que ha producido más de 1000 millones de metros cúbicos de agua potable de alta calidad, que posibilite mejorar la calidad de vida de esta deprimida microrregión. Inclusive, planear una planta trituradora de vidrio reciclado para generar arena de playa y vencer a la erosión, cuyos riesgos es necesario prevenir en los km 28, 39 y 50, de esta importante vía.
Hay que implementar un puerto satélite deportivo para la llegada de cruceros para el ecoturismo, que se una a un sistema de transporte multimodal, con línea de tren de cercanías eléctrico que integre a Barranquilla con Ciénaga, con un posible aeropuerto de carga en su Ye, así como con el Centro Principal de Logística de Transporte Multimodal Internacional de Colombia, que se transformaría en un futuro próximo el Aeropuerto de Santa Marta, con potencial, en su trazado, en donde sea permitido, de desarrollo urbanístico y para la movilidad laboral, con trabajo digno y buen vivir. Se vale soñar, con los pies en la tierra.