Mientras en España los catalanes no cejan en insistir en el referendo para independizarse de España, en Colombia, sin dejar de recordar la desmembración del Gran Cauca, cuando en 1908, nacieron los departamentos del Valle y Nariño, a mediados de la década de los 60 del siglo XX, en el país se desencadenó una ola de autonomía regional que desembocó en la creación de nuevos departamentos. Así, a Caldas le nacieron: Quindio y Risaralda; al Magdalena, el Cesar; y a Bolívar, Sucre. Desde entonces sin éxito se agitó la creación del departamento de Obando, con capital Palmira y que abarcaría municipios del norte del Cauca y sur del Valle.
Con la publicación de la revista Semana, sobre la propuesta de crear el departamento número 33, vía Fast Track en el Congreso, y el conflicto entre Antioquia y el Chocó, por Belén de Bajira, en el Cauca y el país revive el debate sobre la autonomía política y administrativa de las regiones y comunidades que abrió la Constitución del 91, cuando dejó para el desarrollo legislativo el capítulo del nuevo Ordenamiento Territorial, que fue engavetado en cuanto a la reglamentación de Regiones, Provincias y nuevos Departamentos y sólo tuvo avances significativos en cuanto al Ordenamiento Territorial Municipal, a través de la formulación de los POTs Municipales y al interior de los departamentos, con los POTs Departamentales.
Recuerdo que después de la Constituyente de 1991, entre las propuestas formuladas desde la academia, grupos políticos y columnistas, planteaban la creación de las Regiones: integradas por departamentos vecinos con identidad geográfica, económica y cultural, que podrían unirse para sacar adelante macro-proyectos que los beneficiaron a todos, como autopistas, vías férreas, hidroeléctricas, puertos y aeropuertos, etc. Así los de la Costa Atlántica podrían integrar una o dos regiones, al igual que Antioquia y el eje cafetero; la costa pacífica; el suroccidente colombiano; la amazonía, los santanderes, los llanos, orientales, etc.
En la ley general de Ordenamiento Territorial, que no se desarrolló completamente, cuando el presidente de la Comisión en el Senado, era el entonces liberal Aurelio Iragorri Hormaza y el Coordinador de la Oficina de Ordenamiento Territorial, era el actual secretario del Senado, Gregorio Eljach, se esbozó la creación de Provincias, con requisitos parecidos a los de las Regiones, pero de vecindad entre municipios de un mismo departamento o de dos vecinos y que podrían unirse en sacar adelante proyectos de beneficio regional. Estas Provincias podrían integrarse entre algunos municipios del norte del Cauca y sur del Valle o del norte de Nariño y sur del Cauca, o el oriente del Cauca y suroccidente del Huila, o los de la Bota Caucana con el Putumayo, o los de la costa pacífica nariñense y caucana.
Por esa época de la Constituyente, el sociólogo Orlando Falls Borda, otros académicos, dirigentes políticos y columnistas plantearon diferentes propuestas. Para la creación de nuevos departamentos entre otros sugirieron integrar el del Magdalena Medio, con capital Barrancabermeja y conformado por municipios de Santander, sur de Bolívar, sur oriente de Antioquia y parte de Boyacá. También el departamento del Pacífico, con capital Buenaventura e integrando a los municipios costeros desde el Chocó a Nariño, pasando por los del Valle y Cauca. El general Álvaro Valencia Tovar, en su columna en el diario El Tiempo, en momentos en que en el Cauca la actividad de las guerrillas era más intensa, prácticamente propuso desarticular al departamento, integrando los municipios del norte del Cauca al Valle, los del sur a Nariño, los de la bota caucana al Putumayo y del oriente al Huila.
Con la acelerada industrialización de los municipios del norte del Cauca, a raíz de la ley Paez, ante el incremento de la población y auge de la construcción de vivienda, los habitantes de los entonces corregimientos de Villarrica y Guachené y sus dirigentes decidieron separarse de Santander de Quilichao y Calóto, para afrontar localmente las crecientes necesidades de las pujantes poblaciones, convirtiéndose en nuevos municipios. Ya antes Suárez lo hizo de Buenos Aires; en la bota caucana, Piamonte se independizó de Santa Rosa y en el sur, Sucre de Mercaderes.
Sin duda que por la geografía, entidad cultural y actividad económica, los municipios del norte del Cauca están más ligados al Valle. La expansión a las buenas o a las malas de los cultivos de caña de azúcar ya prácticamente copó el valle del Cauca geográfico, desde Santander de Quilichao hacía el norte. En las zonas indígenas, al nororiente, las comunidades han ganado autonomía para sus resguardos y cabildos al lograr que el gobierno les gire los recursos para sus programas de salud, educación y proyectos productivos, que ya no pasan por los retenes presupuestales del departamento y los municipios y a la hora de pensar en un nuevo departamento no hay que olvidar a los indígenas que son los más unidos y organizados de la zona montañosa nororiental del Cauca. Con la llegada, primero de la universidad del Valle y después unicauca, unicomfacauca, la Fundación Universitaria de Popayán, el Sena, la UNAD y otras instituciones públicas y privadas a Santander de Quilichao y otros municipios de la región, cada vez se vinculan más estudiantes y profesionales que aspiran regir sus propios destinos y a trabajar en las industrias instaladas y en la administración pública y privada.
De nuevo renace la idea de crear el departamento del norte del Cauca, pero la propuesta de una asociación comunitaria y unos líderes cuestionados queriendo acelerarla por vía extra rápida del “Fast Track”, que diseñó el gobierno para tramitar el acuerdo con las Farc, no es la más conveniente, pues el mecanismo abreviado no es él más democrático y el proceso requiere mucha más participación de los diversos sectores sociales, étnicos, económicos, políticos, gremiales, estudiantiles, deportivos, culturales, etc, que viven en los municipios y en el Cauca, para beneficio de todos y para que el proceso se desarrolle con amplia participación, sin oportunismos y sin causar traumas administrativos y en las relaciones entre caucanos.
Algunos observadores tendenciosos, como el columnista de El País, Mario Fernando Prado, señalan que las Farc están tras la iniciativa; pero lo cierto es que al ex alcalde de Buenos Aires Clemente Lucumi y a Linder Brando Chará, de Puerto Tejada, los principales promotores se los ha conocido como políticos liberales, que están cañando para movilizar a las comunidades afrodescendientes, con miras posicionarse en las próximas elecciones. Para el director de Proclama del Cauca, Alfonso Luna, “legalmente, no se pueden crear más departamentos hasta que no se reglamente la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, que la dejaron en el aire, con esa intención... por ejemplo, la constitución aprobó en el 91 los territorios indígenas autónomos administrativa y políticamente, pero ni siquiera tienen límites... así les maman gallo a todos... no se sabe legalmente quién tiene que convocar a consulta popular para la creación de un nuevo departamento... ¿el gobernador? ¿el presidente? ¿el congreso? ¿las comunidades?... los nuevos departamentos son imposibles legalmente... la gente eso no lo entiende”.
También recuerda que en el norte del Cauca por celos grupistas y municipales es difícil promover la integración de los dirigentes de diferentes municipios, como se evidenció hace algunos años cuando con el abogado Silvio Medina Abella, (q.e.p.d) intentaron crear la Cámara de Comercio del norte del Cauca.
Otro ejemplo de la falta de unidad se manifestó hace 20 años, en la administración de la empresa del Acueducto Regional del río Palo, cuando por intereses localistas no pudieron ponerse de acuerdo las alcaldías de Puerto Tejada, Caloto y Santander de Quilichao, llevando al fracaso del proyecto.