El aterrador flagelo del fracking, que contamina y acaba con las aguas subterráneas por los químicos que se inyectan a grandes profundidades, que aumenta considerablemente la sismicidad, que propicia escapes de gas capaces de incendiar ríos y tuberías, que se ha comprobado que produce cáncer en el cuerpo humano, tiene vía libre en Colombia desde el año pasado, hecho divulgado en los últimos días por Felipe Bayón, el gerente de Ecopetrol, quien anunció que desde esa época, personal de la empresa está siendo entrenado en Estados Unidos en planeación, perforación y explotación de pozos no convencionales.
Esas afirmaciones se suman a las declaraciones del presidente Iván Duque, en el sentido de que todo país que apoya sus potencialidades energéticas sale adelante, declaraciones que no son más que la carta blanca para Ecopetrol y las multinacionales, que como aves de rapiña caerán sobre el país, en especial en el Catatumbo, el Magdalena Medio, Rancherías y “otras cuencas”, como lo aseguró Felipe Bayón.
Lo anterior quiere decir que la promesa del presidente Duque en campaña, cuando dijo que en su gobierno “no habrá fracking”, no era más que uno de los acostumbrados sofismas de distracción que utilizan en campaña los políticos para lograr ser elegidos; la antigua frase “aliémosnos hasta con el diablo para ganar”, cobra vigencia con la actitud descarada del gobierno nacional sobre la explotación no convencional.
Por eso es necesario que la gente conozca cuáles son las consecuencias de tan malévola técnica. A continuación les exponemos algunas de ellas, comprobadas ya en otros países como Estados Unidos, en donde el fracking ha causado una verdadera debacle ambiental y ha convertido en verdaderos desiertos los estados que colindan con Canadá. Veamos:
La perforación e inyección de sustancias químicas a grandes profundidades, indudablemente contaminan con sus químicos las aguas subterráneas y las superficiales, produciendo gran cantidad de enfermedades a las personas cercanas a estos centros de explotación, tal como se ha comprobado en sitios donde se explota por este método.
Además se ha comprobado, tal como lo denuncia Juan Zambrano en un artículo publicado en Las2orillas, que “los fluidos de desecho del fracking poseen altos niveles de plomo, cromo, arsénico y elementos radiactivos como el radio-226, que están pasivamente en el subsuelo”.
Nadie tocó ese tema en la pasada visita presidencial a Florencia: los periodistas no tuvieron chance de hacerlo, la tan cacareada rueda de prensa con el presidente no admitió preguntas, lo mismo la rueda de prensa con la Alta Consejera para las Regiones Karen abudinen. Todo estaba preparado para convertir en caja de resonancia a los medios: los alcaldes y el gobernador no tocaron el tema en sus intervenciones y en el aire quedaron pendiendo como una espada de Damocles las últimas palabras del presidente de Ecopetrol cuando se refirió a “otras cuencas” para implementar el fracking. ¿Esas cuencas no serán la Amazonía colombiana y el Caquetá que ya fue invadido por las multinacionales del petróleo sin que nadie diga esta boca es mía?