Así como existen los “aguapaneleros”, un grupo cada vez más grande de voluntarios que se acerca todos los días, a la media noche, al Parque de Bolívar –pleno centro de Medellín- para brindar una taza de agua de panela caliente, acompañada de pan, a hombres y mujeres que duermen en las bancas del parque o en los zaguanes de las edificaciones aledañas y que, muchas veces, reciben esa merienda como único alimento en las 24 horas, así existe otro grupo, también de voluntarios, que sale a las calles cuando la ciudad duerme, a prestar asistencia a la fauna callejera del Área Metropolitana.
Hace tres años, el médico veterinario, Juan Jiménez Lara, apoyado por un pequeño grupo de estudiantes –empezaron siete, ya van cuarenta- se ideó la manera de hacerles la vida más vivible a cientos de indigentes que fuera de sus mascotas –casi siempre perros- poco más tienen en el mundo.
Los jueves por la noche llegan a sitios establecidos por los “sin techo” para pernoctar, acompañados de una unidad móvil de atención médica en la que vacunan, esterilizan y desparasitan a decenas de animales de compañía que, con frecuencia, se encuentran en lamentable situación física, debido a peleas, malos tratos, hambre, temperaturas extremas y largas caminatas que tienen que aguantar.
Los voluntarios aconsejan a los dueños sobre el cuidado básico de sus mascotas, les reparten bolsas de cuido y, si es necesaria alguna intervención quirúrgica mayor, se llevan al paciente y lo regresan saludable y recién bañado.
Pequeños aportes de la comunidad, donaciones, recursos propios y la venta de camisetas con mensajes ambientalistas, dan soporte real a esta quijotada que ahora, además de las aceras de Medellín, se extenderá a las de distintas regiones de Antioquia que la están necesitando.
Sobra anotar que estos jóvenes son los superhéroes de quienes prefieren sufrir en carne propia los rigores de la intemperie, con tal de que no los sufran sus fieles amigos de cuatro patas.
