Esta denuncia pública se eleva desde la ciudad de Valledupar en contra de una forma de periodismo que atenta contra la imagen y el buen nombre de aquellos que no tienen voz, quizá por el afán de figurar y captar lectores, por falta de rigor o simplemente por utilizar la profesión en beneficio propio sin importar las consecuencias de sus publicaciones.
¿Te has levantado de tu cama alguna vez sintiendo el vacío de la desesperanza? ¿Has recabado en el fondo de tu ser buscando una razón para continuar, para dar la pelea por la vida y por tus sueños una vez más?
Si es así, seguramente eres uno de los miles de colombianos que diariamente lucha por sacar a adelante a su familia, por superar la adversidad y una y otra vez solo has buscado algo: Una oportunidad.
En Valledupar, la capital mundial del vallenato que representa el valor folclórico más grande del país se han juntado dos situaciones: la primera es la vulnerabilidad socio-económica en parte por el desdén de las gobernaciones y alcaldías cuyos representantes solo se acuerdan de los barrios populares en época de campañas políticas y la segunda es el surgimiento de asentamientos humanos en predios antes desolados empujados por la necesidad de un techo para sus familias.
Allí, en esas invasiones de tierras confluyen familias víctimas de la violencia, desplazados, personas reinsertadas a la sociedad civil quienes antes combatían en grupos armados y un alto número de familias del común cuya similitud es la necesidad y las ganas de salir adelante.
Se han creado en estas condiciones nuevos lazos familiares, amistades y con ello la reconstrucción del tejido social. Es así como surgen los espacios deportivos, las escuelas de formación de talentos y los campeonatos de barrio que buscan prevenir las distintas formas de violencia y evitar así que los jóvenes caigan en la drogadicción, pandillismo y la criminalidad.
Dentro de este grupo destaca una escuela de fútbol llamada “Deportivo Brisas de la Popa” en honor a esa invasión que ya cuenta con más de 120 deportistas, niños, niñas, hombres y mujeres que van desde los 3 años de edad en adelante y quienes habitan el sector y barrios aledaños como Divino Niño, La Nevada, entre otros. Las jóvenes son hijas con responsabilidades en su hogar, algunas son madres cabeza de familia y otras desarrollan tareas diariamente para llevar un sustento a su núcleo familiar. Todos son liderados por Cesar Villarreal con la ayuda de Jeyson Ochoa, Karol calderón y Neiber Araújo quienes desinteresadamente siembran esperanza en estos deportistas y sus familias para contribuir a su superación personal.
La denuncia:
Con asombro e indignación los residentes del popular sector recibieron en la edición impresa del día 7 de septiembre del informativo Al Día que circula en la ciudad, una noticia titulada: “Niñas y adolescentes de la Nevada, juegan fútbol para salir de las drogas - EL JUEGO DE LA VIDA”. Y a renglón seguido el autor Mohamed Osman Díaz esboza una serie de aseveraciones quizá con buena intención pero sin fundamento en las que se busca jugar con ese viejo cliché que estigmatiza a los jóvenes señalándolos como el problema de una sociedad ya enferma, queriendo revictimizarlos. No importa el sentido de la nota periodística, lo que importa realmente es que a estas niñas se les sindica de pertenecer al mundo de las drogas, como generadoras de violencia y pandillas ahora con ganas de superarse. ¡Nada más alejado de la realidad!
En redes sociales este rechazo se hizo sentir y tanto familiares como amigos, han elevado su voz de protesta ya que viéndose citados y con fotografías de las jóvenes de la escuela de fútbol Brisas de la Popa en la nota se han visto vulneradas no solo en su buen nombre sino en su seguridad personal.
La solicitud es una sola: pedir al informativo Al Día de Valledupar, hacer una rectificación y de ser posible una nueva nota periodística que de claridad a los señalamientos allí planteados con igual o mayor difusión a la nota original.
Por nuestra parte, las personas que conocemos realmente a estas guerreras y guerreros que se levantan en medio de la adversidad y encuentran en el deporte una forma de aportar a la paz, la cultura y la recreación de la ciudad solo nos resta agradecerles y pedirles que continúen con sus sueños, que sigan llevando alegrías a estas comunidades apartadas, a Cesar y a su equipo que sigan luchando como lo hacen en medio de la necesidad y sin recursos para que se mantenga esta iniciativa y a las autoridades locales y departamentales más que pedir le exigimos su apoyo para que estos espacios cuenten con el respaldo logístico y económico que merecen, así como pedimos la vinculación activa de la empresa privada con sus patrocinios y participación.
Yo pateé balones en esas canchas, surgí en aquellos barrios y jugué fútbol con esos niños, niñas, jóvenes y adultos, y me duele profundamente cuando lo publicado no corresponde a la realidad.
Y entre tanto, seguiremos en este juego de la vida acompañando a nuestras heroínas del deporte.