¿Verdad o se atreve?’ Una pregunta que todos conocemos, y si no, hemos escuchado alguna vez. Y los que hemos respondido a esto en algún momento, sin lugar a dudas sabemos bien de lo que se trata. Sin embargo, podemos recordarlo una vez más:
Todo comienza en un parqueadero, lugar social, sala de algún amigo o cualquier espacio, pues, cuando uno es joven se acomoda donde sea. ¡Y que nadie diga que no!
Aquí se unen todos al juego, un grupo de hombres, mujeres, o cualquier persona que quiera participar. Entra más integrantes hayan siempre va a ser más divertido.
La botella nunca puede faltar. Es la herramienta mágica que decide el azar de todos y genera punzadas en la barriga de los participantes unos instantes antes de que ésta se detenga.
Una vez elegido el lugar y con botella en mano sólo queda sentarse para dar inicio al juego.
Se siente la tensión, se llena de emoción el lugar y la incertidumbre, como siempre, hace de las suyas.
Se pone a girar la botella, y finalmente se detiene. Aquí llega al momento más esperado, el momento de la pregunta: ¿Verdad o se atreve?
Y es este uno de esos instantes donde no importa si eres niño, adulto, joven o anciano. Si estás frente a tus amigos o frente a tu vida. Siempre tendrás que jugar, pues es esta una de esas preguntas que no sólo aparece en este juego. En cada instante de la vida está presente, aunque a veces pueda pasar desapercibida.
Unos elegimos decir la verdad, otros preferimos atrevernos, pero aquí existe uno que no tomó ninguna de estas alternativas y eligió la suya: Atreverse con la verdad.
¿Quién puede ser este si no Jaime Garzón?
Un hombre que vivió como niño, joven e incluso como adulto. Entregado por completo al valor de la verdad que no mide consecuencias, al humor espontáneo que se manifiesta ante cualquier situación y a la rebeldía de ser siempre fiel a sus convicciones.
Siempre afectado por la injusticia sacó adelante una pasión desenfrenada para actuar frente a ellas. No conoció el término ‘Moderación’ pues durante su vida fue amante de la palabra excesiva y el actuar constante.
Llenó a su público de enseñanzas. La primera de ellas: reírse de sí mismos, gozar de la crítica, disfrutar del poder de la palabra.
Pocos han asumido con tanto coraje como Jaime Garzón el humor político sin tapujos, ocultamientos y sutilezas. Fue un hombre de palabra directa ante cualquier entidad: Su vida, su espacio, el gobierno, la injusticia y los otros.
No conoció límites para encarar la verdad.
Pensar a Colombia siempre es pensar a Jaime Garzón una vez más.
Sus conferencias, sus críticas públicas y sus largos discursos llenos de vitalidad no podrán ser olvidados.
Sin que exista un día para ser recordado se encuentra siempre presente, actuando en el recuerdo, incitando en la distancia, motivando en la lucha.
¿Y en qué clase de lugar nos encontramos? Es esa la pregunta que se abre. Pues por tener un modo de vida que lleva por delante la verdad y asumir el riesgo de vivir en el peligro de la acción fue asesinado el 13 de Agosto de 1999. Pero su legado no se encuentra muerto, su voz se mantiene viva y su verbo se ha hecho carne.
Aunque existan fechas exactas para recordarlo, siempre habrá un espacio para que viva entre nosotros, para escuchar su palabra una vez más y continuar el compromiso de una vida que es fiel a sus convicciones.
Si su cuerpo está muerto, su recuerdo lo hacer vivir.
¡JAIME GARZÓN NO MUERE! ¡ESTÁ AQUÍ, CON NOSOTROS!
Y no cabe duda de su respuesta: Yo elijo atreverme con la verdad.
Ahora usted:
¿Verdad?
¿Se atreve?
… ¿O corre el riesgo?
