Vengo del pasado...

Vengo del pasado...

'Ahora, que los encuentro a ustedes, les traigo mi relato sobre cómo vi su época'

Por: Mauricio Duarte
julio 08, 2015
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Vengo del pasado...
Imagen Nota Ciudadana

¡Ay! No sé cómo llegué hasta aquí, ni cómo he llegado a muchos lugares; y con la frecuencia que esto sucede se me olvida hasta dónde estoy. Pero basta con una ojeada a la prensa, para recordar de dónde vengo, y dónde estoy. Despertarme en los 90’s, y dormir en los 80’s, eso ya es cuestión de todos los días. Y así cómo el Eternauta de Oesterheld, me voy acostumbrado a la tragedia y, un tiempo después o antes –tal vez– relatarla al más oportuno interlocutor.

Ahora, que los encuentro a ustedes, les traigo mi relato sobre cómo vi su época. 6º de bachiller lo hice, sí, aunque ahora lo llaman de otra manera –tengo entendido-; pero eso hace mucho, tanto que no recuerdo la fecha exacta del suceso. Lo importante fue el paso por la Universidad, o lo que para muchos es esa época de libertinaje, de aquí para allá, de allá para acá, de comer esto y no aquello. Esa época donde un abre sus propias fronteras, y se instruye por esos señores, que al final –puede que sí, puede que no– sean considerados por uno como eminencias. Yo tuve mi eminencia, pero paradójicamente estudié con él. Y es que con el ir y venir de este ‘Eternauta’ resulté conociendo a mi compañero hecho un gran maestro en el campo jurídico-social, y hasta político.

A la escuela de leyes asistimos los dos: destacado el joven y yo, como hasta ahora, un vago sin remedio. Con la diferencia, que antes divagaba entre leyes, ahora divago en la eternidad. Eso sí, a pesar de la vaguedad de mi ser al querer tomar los estudios en serio, siempre fui un preocupado por todo lo que maltratara o hiciera daño a la sociedad desde cualquiera punto de vista, y siempre con mi amigo –cuyo nombre era Carlos por cierto– estuvimos presentes buscando mejorar la sociedad, el reconocimiento de derechos que nos eran negado y, en muchas ocasiones, luchando por causas perdidas.

Gran número de nuestras discusiones fueron sobre el futuro de esta nación: que si los liberales ganaban, o que si los conservadores tenían la chance, y hasta de coalición hablábamos en un tiempo en el que este término no había forma de usarlo en cuanto a política uno se refería. Que si una constituyente nos vendría bien en un país con crisis institucionales. Que si las guerrillas se desmovilizaran. Que si dejarán en paz a los de izquierda los que son de derecha, y viceversa. Cortas fueron las tertulias. Largos los años por los que en la eternidad he divagado. Y así fue pasando el tiempo de las leyes, hasta el primer salto.

De mis adolescentes 60’s di un largo salto a finales de los 80’s. Ningún conocido. Todo un desconocido en un mundo que iba cambiando. El fortalecimiento de la justicia por mano propia, las mafias que se hacían dueñas de todo el país, ausencia de presencia estatal en muchos lugares del territorio, muchas muertes –más de las que había dejado en mis 60’s–. Encontré a Carlos, si es lo que se preguntan, algo mayor por supuesto. Carlos, me ayudó a comprender mucho más lo que sucedía en esta aturdidora etapa por la que corría nuestro país, pero él mismo se encargó de decirme que estábamos cerca al cambio. Cercanos a nuestro, soñado, objetivo.

Llegaron los 90’s, y junto con ellos –justo como él, Carlos, lo expresó– todo lo que soñamos: el “nacimiento de una nueva nación” algo más incluyente, algo más garanta, algo más de todo para todos. ¡Cambiamos el mundo! Bueno, en realidad cambiaron el mundo. Pocos escoyos quedaban en el camino para una nación en armonía, poco camino para recorrer. No habría más devenir de los hechos, no habría más huelga de acontecimientos en la historia, ahora la historia la escribiríamos nosotros mismos. ¡Qué bonito sonaba para aquel entonces!

Ahora mi amigo ha muerto defendiendo lo que una vez ayudó a construir. Me encuentro ante ustedes y les pregunto: ¿Qué pasó? Yo, ‘El Eternauta’, por azares de los tiempos vengo a su época y me encuentro con todo lo que construimos; bueno, construyeron, al borde de la destrucción. ¿Qué pasó? ¡Yo, que vengo del pasado, les aseguro que el futuro era prometedor!

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