Un proyecto político apoyado por D. Trump es difícil que contenga garantías democráticas. La opción política que representa Guaidó es un tizón de candela a la ya ardiente polarización de Venezuela.
Bajo el camuflaje de la preocupación por los derechos humanos y la crisis humanitaria de Venezuela se esconden bajezas e intereses políticos enfocados en asegurar las riquezas de hidrocarburos y minerales de la República Bolivariana.
El escenario está montado para que se pueda presentar una confrontación con las características de la guerra de Vietnam; un país dividido en dos, potencias mundiales apoyando a distintos bandos, líderes políticos intransigentes y abundantes montañas y selvas que servirían de teatro de operaciones en un hipotético conflicto armado, jamás visto en Sudamérica.
Rusia y China, tras bambalinas, apoyarían un enfrentamiento contra EE.UU., sobre todo del lado ruso en donde hay un ánimo revanchista por la injerencia que tuvo EE.UU. en el reciente conflicto de Ucrania.
Una intervención militar en Venezuela sería un error histórico y político para los Estados Unidos, ya que despertaría un rechazo mundial y el resurgimiento del sentimiento antiestadounidense en gran parte de Latinoamérica.