La crisis poselectoral venezolana se inició con la violación del Acuerdo de Barbados, suscrito entre la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) y el impresentable ‘Maburro’ -perdón al reino animal por la referencia-, el cual se comprometía a brindar las garantías necesarias para que la elección presidencial del 28 de julio pasado se realizaran en paz política y libertad, a cambio de que le fueran levantadas las sanciones impuestas por EE.UU. -como ocurrió-, pacto flagrante, olímpicamente desconocido -vieja maña- por el conflictivo, despreciable granuja, lo que llevó a que le fueran restablecidas ipso facto.
Ignorante, repulsivo sociópata, descalificado moralmente, diminuto ser sin clase, atributos, padecido por el mundo democrático y -por supuesto- por el engañado pueblo que en un corajudo rapto de lucidez, votó imperativamente en contra de la venal, voraz cleptocracia, exprimida por el ‘Cartel de lo Soles’ -ranqueados criminales- empeñado en perpetuarla a como dé lugar, a través de ideologizados, fletados esbirros -resentidos sociales-; escoria humana conformantes de los escalofriantes colectivos bolivarianos, invención del endiosado titiritero Chávez Frías, reclutados en los cinturones de miseria -como Petare- convulso asentamiento humano de Caracas.
Retaguardia de la degradada Guardia Nacional y el corroído Ejército, fuerzas subalternas de mercenarios cubanos, guardia pretoriana del intocable dictador, lastrado por precoz, compulsiva “paranoia”, originada por el permanente temor a ser traicionado por el círculo de arrodillados, desconfiables, enceguecidos, impúdicos amanuenses y ayayeros -con alma de sirvientes- espiados, escudriñados como componentes de la incubada sublevación en ciernes, respuesta a las constantes purgas, como la que acaba de dar de baja -en forma fulminante- a cinco generales de brigada: Jesús Manuel Carpio (Zulia), Héctor José Cadenas (Valencia), Ibrahim Ricardo (Caracas), Bismark Maracoymo Castañeda (Guárico), Alexander Gómez (Táchira), encargados de sensibles, estratégicas áreas, tachados de “desleales” por su aparente desgano, falta de mística operacional, larvado disentimiento referido a las brutales violaciones de los DDHH y manifiestas, explicitas alertas sobre las consecuentes sanciones internacionales.
Inobservancias que so pretexto de contener el avance del nazismo, se plagió el soplonaje -antigua, pertinaz táctica castrista- sobre el enardecido vecindario, como el extorsivo, intimidante marcaje con una “X” negra, de las casas de opositores como aconteció -años ha- en la fronteriza San Antonio. Igual la persecución, tortura, violación de activistas, críticos, periodistas, “caceroleros”, testigos de mesa, defensores DDHH, exhibidores por las redes sociales de las actas electorales, difusores de videos (caricaturescos) y convocantes de las algaradas.
Protesta social que la mayoría de las constituciones del mundo garantiza, reprimidas violentamente, pisoteado derecho por orden del agónico, aculillado, bastardo, cobarde, enajenado camionero, despótico, envilecido sátrapa -paradigma de podredumbre- que tilda a sus antípodas, antagónicos de asesinos, sediciosos.
Abismal, sombrío panorama que llevó a Petro, Lula da Silva, López Obrador -tríada ideológicamente afín- a intentar insuflarle aire artificial al desquiciado, malhadado, permisivo personajillo, al que no le queda más opción -ante el cúmulo de inocultables evidencias del megafraude- que reconocer la avasalladora derrota infligida por González Urrutia. AMLO se desmarcó, aduciendo que espera que el cómplice, copado, politizado, solapado Tribunal Supremo de Justicia, diera a luz el “parto de los montes", dado -luego de atribuirse funciones y facultades del órgano electoral que no le competen- el pasado jueves.
Patraña -ineficaz y nula- al rebasar sus límites, que busca encubrir -vanamente- el megafraude, legitimar lo ilegal, punitivamente decidido -contra evidencia- por el vetusto CNE, que atrincheró al fantasmal, primario payaso, vulnerando la moral pública, la institucionalidad, agravando la crisis, lo que provocó la más aberrante, creciente, desenfrenada, horrenda, infame, represión desatada, ejecutada por sus arrendados cancerberos, apoyada en el dogma fascista: “No importan las leyes y los procedimientos, si actúas u opinas en contra… iremos por ti”.
Indefectible, tortuoso entrampamiento -‘Crónica de un fraude anunciado’- en la historia venezolana jamás visto, probado con la negativa del Gobierno y su secuaz, CNE a publicar desagregadas las actas -cuyo plazo legal venció-. Descarado timo que trata de invisibilizar bloqueando los espacios digitales.
La OEA, en estricto apego a la verdad, exige clamorosamente el peritaje, reconteo independiente y la publicación de las actas.
En el plenario, el aplaudido embajador de Uruguay expresó: "La oprobiosa dictadura es lo peor que le ha pasado al continente en mucho tiempo y que tenemos que enfrentar sin mucha retórica. Acá nadie tiene el manual de cómo se sale de las dictaduras, pero no será felicitándolas".
Los omnipresentes Lula y Petro, sin pudor pidieron repetir la elección, adicionada por este con la cohabitación frentenacionalista. Acto seguido surgió la ambivalente, incoherente, tardía metamorfosis de Lula: "Venezuela vive un régimen muy desagradable” “con un sesgo autoritario”.
Coherentemente, la gran heroína, María Corina Machado -sobre la que están puestos los reflectores del mundo-, calificó -acertadamente- de descabellada las híbridas propuestas, dijo: “Plantear desconocer lo ocurrido el 28 de julio es para mí una falta de respeto a los venezolanos que lo han dado todo (…). La soberanía popular se respeta, ignorar los resultados socava la voluntad del pueblo venezolano”.
En Santo Domingo 21 países: Argentina, Canadá, República de Chile, Checa, Costa Rica, Ecuador, Reino de España, Estados Unidos de América, Guatemala, Guyana, Italia, Reino Unido, Marruecos, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Portuguesa, Surinam, Oriental del Uruguay y la Unión Europea, expidieron este comunicado:
"La aceptación y el respeto a la dignidad e integridad de todas las personas son los principios esenciales sobre los que se erige la convivencia entre nuestras naciones. Urgimos a que se respeten los principios democráticos, así como los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos los venezolanos y, en particular en el derecho a manifestarse pacíficamente y a ejercer la libertad de expresión".
"Las denuncias de detenciones arbitrarias sin el debido proceso son alarmantes, por lo que requerimos su inmediata liberación". “…se ponga fin a la violencia y liberen a los detenidos".
Respecto a la “histórica” movilización del pasado sábado 17, María Corina expresó: “los venezolanos salieron a la calle a unirse en un abrazo fuerte, lleno de confianza, convicción y de profundo amor. Sabemos lo que hemos hecho, debemos -por eso- sentirnos orgullosos”.