Los problemas de los otros países parece que se hubiesen resuelto por arte de magia. Ya no son noticias. Y ya sabemos que lo que no sale en la televisión, sencillamente no existe, según la lógica maquiavélica de la prensa hegemónica.
Somos esclavos de las apariencias, del consumo y humo, diría el Mario Benedetti.
La gente que critica lo que ocurre en Venezuela está disgustada porque se les hace ver la situación que tienen frente a sus ojos en sus propios países. Dicen que así no se vale. Pero, ¿y entonces cómo si se vale? Si me dicen que ellos padecen un tipo de estrabismo que les impide mirar para otro país que no sea Venezuela, en ese caso yo comprendería su tan lamentable situación visual, pero sí no es así, si no que se trata de lo contrario: que los hechos que se dan en Venezuela son mostrados a través de un telescopio espacial y maximizados por los medios, en ese caso yo les digo que no pretendan hacer críticas «constructivas» a la situación de un país extranjero cuando ellos mismos no han podido construir nada en su país de nacimiento, porque como diría José Martí, si no tienes suficiente valor para sacrificarte, ten, al menos, el valor de callarte ante los que se sacrifican.
Venezuela vive una crisis seria e inocultable, que requiere del concurso del esfuerzo sincero de todo el mundo, sobre todo, de los propios venezolanos (creo que no hay que dejar abandonada a la madre cuando está mal), pero las gentes que desde el extranjero hacen activismo y ciberactivismo contra aquel proceso soberano han encontrado el pretexto perfecto para desahogar su furia acumulada en su país contra un país equivocado: es decir, contra Venezuela. Esas gentes saben que si se ocupan de los asuntos sociales en sus países serían vilmente asesinadas. Pongamos por caso: desde que se firmó el Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Colombia y las Farc van 150 líderes sociales colombianos asesinados.
Yo no he visto que los ciberactivistas que están en modo Venezuela en Facebook hayan dicho una sola palabra de repudio contra la oposición. Peor aún: no han condenado la quema de las 25 personas vivas que realizó la oposición.
Yo no he visto un solo tuit o post de los que protestan contra Venezuela condenando las infamias de la oposición.
No lo hacen, porque se quedarían sin argumentos. Su caballito de batallas caería desbocado.
Si vamos a criticar que sea de verdad, con honestidad, sabiendo que el receptor es inteligente y debe ser tratado como tal.
Que no nos vengan con su posverdad o sus sofismas quirúrgicamente preconcebidos.
No los aceptamos, porque la protesta que desde el extranjero se efectúa contra Venezuela carece de sentimientos veraces la mayoría de las veces, le hace falta información genuina.
La ética periodística hace mucha falta. No han reparado tan siquiera en la forma descarada de mentir y de ocultar abiertamente los hechos más cruciales.
No lo hacen ni tampoco lo van a hacer, porque se les cae el circo y su rating criminal.
La gran prensa ha usado y abusado de las verdades a medias y de la apariencia de ciertas verdades tontas, porque hay verdades inútiles, que no sirven para resolver nada; no son útiles para apaciguar la violencia, sino para incrementarla y desbordarla. Verdades fuera de contexto, que son realmente bombardeos de embustes.
Los medios han instrumentalizado a la gente para que descarguen contra Venezuela toda la inconformidad represada por las injusticias producidas por los gobiernos de países como Colombia, México, Argentina, España, Estados Unidos, etc.
No nos dejemos utilizar como máquinas automáticas. No somos máquinas. Somos seres humanos. Y la humanidad es una sola. En China, Siria, Angola, Colombia, es la misma humanidad. Si nos duele Venezuela, tiene que dolernos Siria, Palestina, México, Argentina, Haití y Colombia otra vez.