De nuevo, Venezuela se hace protagonista en el orden político latinoamericano a manos de Nicolás Maduro, quien con sus excesos y atropellos sin límites deja de manifiesto el desgobierno y la falta de respeto a las instituciones democráticas y los ciudadanos de nuestro vecino país. Venezuela se constituye en un pueblo con una ciudadanía afectada por las malas decisiones económicas, sociales y evidentemente, políticas, demostrado no sólo por los presos políticos que ya se constituyen como un despropósito abrumador, sino también por la incapacidad de su dirigente para manejar las innumerables problemáticas sociales que lesionan los derechos fundamentales de los venezolanos, reflejando una profunda crisis humanitaria, política, económica y social.
Hoy el Tribunal Supremo de Justicia Venezolano (TSJ) a través de una sentencia, anula competencias de la Asamblea Nacional, despojándolos de su poder para asumir las funciones legislativas propias de su rama, lo que conlleva a la clausura de uno de los poderes públicos que representa frenos y contrapesos sobre el ilimitado poder de los regímenes presidencialistas caminando, hacia una dictadura de siglo XXI, en este caso 7 magistrados pasan por encima del poder ciudadano que eligió a la asamblea con 14 millones de votos.
Se hace necesario resaltar que el sistema de frenos y contrapesos en las ramas del poder público son fundamentales para evitar las tiranías y los excesos del poder a manos de los gobernantes. Las Democracias se caracterizan por el acatamiento del poder constituyente y el respeto por el estado social de derecho, que sitúa al ciudadano por encima de todos los poderes y a su vez estos poderes encuentran razón de ser, en tanto satisfagan los fines del estado que no deben ser otros diferentes a la garantía de los derechos ciudadanos.
Paradójicamente, esta ruptura del orden constitucional se presenta luego de que el martes pasado el secretario general de la OEA se pronunciara positivamente sobre la aplicación de la Carta Democrática para Venezuela, en la cual se pone de manifiesto la inminente necesidad de la intervención de la comunidad internacional que reclama la realización de nuevas elecciones y la libertad de los presos políticos, en este sentido, se hace necesario reflexionar sobre la posición y el papel que van a desempeñar los demás Estados frente a los acontecimientos actuales.
Aspiro como demócrata, que estos excesos lleguen a su fin y que la mayoría de países, sobre todo los hermanos latinoamericanos nos solidaricemos con la clase política opositora y el pueblo bolivariano sometido por el Régimen Chavista, que no respeta el sistema democrático y la división de los poderes públicos; Así mismo elevo un llamado al gobierno colombiano para que efectúe un pronunciamiento claro y firme frente a la crisis que atraviesa nuestro vecino país.