Independientemente de repetidos errores en política interna y exterior, cometidos por los vocingleros gobiernos de Chávez y Maduro, el pronunciamiento del presidente Obama, declarando a Venezuela, como amenaza para la seguridad de los Estados Unidos no deja de ser preocupante, para el vecino país, los gobiernos de tendencia socialista de la región y hasta para Colombia, teniendo en cuenta la geopolítica mundial y regional y los antecedentes de intervenciones norteamericanas en Afganistán, Irak y Siria.
Algunos analistas de medios internacionales, explican que con la declaratoria favorecida por leyes antiterroristas aprobadas después del atentado contra las torres gemelas de New York en 2001, el gobierno norteamericano tiene vía libre del Congreso para intervenir en otros países, bien sea con sanciones económicas y acciones militares, tal como lo hizo Bush, cuando basado en supuesta posesión de armas químicas y nucleares desencadenó la invasión de Irak, bombardeando sus principales ciudades y campos petroleros, de los que se apoderaron, movidos por intereses de multinacionales energéticas.
En el caso de Venezuela, ante medidas económicas encaminadas a fortalecer la propiedad y sistema socialista de producción, desarrolladas por Chávez y su sucesor Maduro y debido a su acercamiento económico-comercial, diplomático y militar con países como Rusia y China, -rivales de los Estados Unidos-, distintos voceros civiles y militares del Pentágono han justificado recientes sanciones a siete altos funcionarios del gobierno venezolano que acompañaron la declaratoria de Venezuela como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos, lo que desencadenó gran preocupación en el gobierno y población venezolana, quienes internamente intentan organizarse para afrontar una posible intervención militar y por medio de Unasur, el Alba, la OEA y la ONU, han lanzado una ofensiva diplomática, buscando respaldo de gobiernos y pueblos de la región y otros continentes, para frenar una futura intervención armada. Además la Asamblea Nacional acaba de aprobar la “Ley habilitante”, que hasta diciembre de 2015, otorga a Maduro, poderes excepcionales para legislar a su antojo.
Según analistas de la diplomacia norteamericana en Latinoamérica, del ablandamiento con Cuba, al iniciar restablecimiento de relaciones diplomáticas, después de medio siglo de ruptura y bloqueo económico, el Pentágono puso sus ojos en la díscola Venezuela, país con la mayor reserva petrolera del mundo y aprovechando el ‘papayazo’ dado por Maduro,- con su torpe persecución a políticos opositores, medios de comunicación y cooptación por el Ejecutivo de los poderes Legislativo y Judicial- ya encontró la justificación mediática para intervenir militarmente, en caso que lo consideren necesario. Sin olvidar disgustos causados en la Casa Blanca, por la activa política exterior venezolana, al promover la creación del Alba, Unasur y la empresa Petrocaribe, para subsidiar con más de 100.000 barriles diarios a Cuba, Nicaragua y numerosos países centroamericanos e isleños del Caribe, “lo que podría afectar la estabilidad regional “, en caso de fracasar la empresa, según el Secretario de Estado norteamericano Kerry, reforzando las justificaciones para una posible intervención.
No hay que olvidar que los sectores político-económicos dominantes en los Estados Unidos y quienes verdaderamente mandan son los integrantes del complejo industrial-financiero-militar que trasciende gobiernos y al cual está ligado la CIA y la Agencia Nacional de Inteligencia. Así se apreció en el gobierno de Bush hijo, cuando el vicepresidente Cheney, principal accionista de Halliburton, logró para su empresa contratos de más de 10.000 millones de dólares para ‘reconstruir’ Irak, después que la habían bombardeado y destruido su infraestructura de servicios y petrolera, con justificaciones falsas como la posesión de armas químicas y nucleares. Aunque los demócratas históricamente han reflejado políticas más ‘liberales y progresistas’ ante el poderío del Pentágono, el presidente Obama, es una ficha más del ‘reino’ que nunca ha dejado de ver al resto de América como su ‘patio trasero’ y si ven en riesgo sus intereses, no vacilaran en actuar sin consideraciones ni escrúpulos como lo hicieron en Chile, en 1971, cuando promovieron la caída de Allende y posteriormente en los gobiernos de Reagan, con sus invasiones en Granada y Panamá.
Las acciones de Putin al ‘recuperar’ para Rusia la península de Crimea y el acceso al mar Negro, así como el establecimiento de enclaves pro-rusos en regiones limítrofes de Ucrania, han inquietado a Washington y países europeos de la OTAN, al acordar sanciones económicas para contrarrestar la política expansionista que intenta reverdecer laureles y recuperar influencia en los países que conformaron la Unión Soviética. La política de debilitar los precios del petróleo para menguar las economías rusa y venezolana y las sanciones económicas parecen estar enmarcadas en la nueva ‘guerra fría’ mundial.
Para Washington, Cuba ya no es tan importante como Venezuela y en vísperas de la Cumbre de las Américas en Panamá, planteó la reapertura de relaciones como un ‘analgésico’ para aliviar el puyazo de sanciones contra la república bolivariana.
Por: Felipe Solarte Nates