El problema fronterizo con Venezuela lleva muchos años si solucionar. No es una situación nueva. Muchos gobiernos han debido afrontar el conflicto de manera efectiva, aunque muchos dicen que eso es imposible por la cantidad de intereses que se mueven en esa franja de la geografía fronteriza. El robo y contrabando de gasolina, los alimentos subsidiados, la presencia de mafias, etcétera, etcétera, han generado que este sea un territorio con graves y encontrados intereses. Porque en la frontera sí hay contrabando, mafias, delincuencia, miseria, y ahora la masiva presencia de medios de los comunicación amarillistas de nuestro país.
En estos días Venezuela tomó la decisión de cerrar su frontera, con varios argumentos, muchos seguramente válidos, incluso pese al verbo delirante de su desenfrenado presidente. Lo malo no es eso, lo deplorable es la manera como los medios de comunicación colombianos han decidido manejar este asunto. Qué manera tan maniquea, superficial e irresponsable de azuzar a la opinión pública ante un hecho que debería tener un manejo más serio y eficiente. Eso de comparar la situación en la frontera con los campos de concentración nazis o con lo que ocurre en Siria e Irak no hace más de develar la falta de información de nuestros supuestos informadores. Se nota que ni siquiera ven un noticiero internacional, por ejemplo, los informes de la DW acerca de la situación de los inmigrantes africanos y árabes que intenta llegar a Europa. No se han enterado, de seguro, que Hungría montó una alambrada de más de 200 kilómetros para impedir el paso de los desesperados que huyen de su país o de quienes creen ir en pos de un mejor futuro en unos países que no los quiere. No se han enterado, tampoco, que Macedonia persigue a los refugiados con armas y perros y que la policía griega les desocupa los tanques a las lanchas con inmigrantes que surcan sus mares en busca de las ahora problematizadas islas griegas, a fin de que al quedarse sin gasolina el viento los lleve de vuelta a sus país…
Los medios de nuestro país, además de ser amarillistas, son irresponsables y parcializados. Les encanta el escándalo y promover el odio, sin permitirle al oyente o televidente, después de emisiones en directo de una hora y media, tener una visión menos sesgada, más realista y más imparcial, como debería ser el verdadero periodismo. Ningún medio consulta de manera serena el lado venezolano, no solo a María Corina Machado, sino al venezolano que vive cerca de esa zona, al alcalde de la localidad vecina. Cuando algún vecino del hermano país da una opinión objetiva de inmediato lo cortan, porque lo que les interesa es el testimonio de la mujer de 80 años que espera reunirse con su esposo moribundo o la madre de ocho hijos que va a ser despojada de todo en un país que, según los medios, lleva años padeciendo hambre y desabastecimiento.
Y sí, nuestros medios, al igual que muchas otras cosas en Colombia, dan vergüenza, porque no cumplen con su función de informar, porque inflaman un falso y peligroso patrioterismo, ese sí con visos nazis.