Las recientes incursiones del ejército venezolano, que vulneran el territorio nacional y maltratan a nuestros compatriotas, son una muestra más del panorama oscuro por el que atraviesa el país vecino. La poca planificación de nuestro estado en las fronteras, la poca ayuda y pocos controles para el ingreso de los venezolanos, han generado un gran problema para los gobernantes locales, que contrarreloj han tenido que crear albergues y políticas sociales ofreciendo así nuestra solidaridad. Es un deber ayudarlos en estos momentos, ellos en el pasado recibieron a nuestros compatriotas con trabajo y bienestar, y ahora por la dictadura afrontan la difícil decisión de salir de su país para buscar nuevas oportunidades ante el fracaso del modelo económico y político de Venezuela, que con la Asamblea Nacional Constituyente le propinó el último golpe a la democracia.
Es vital articular las medidas ya tomadas con una activa participación del gobierno nacional, como la de la alcaldía de Bucaramanga donde mas de 2.500 venezolanos han sido atendidos con programas de salud, educación para niños y legalización de su estadía para acceder a un trabajo formal o como en Riohacha con la jornada de salud con atención en medicina general, nutricional, odontológica y entrega de medicamentos. Sin embargo, todos estos programas deben ir de la mano con el apoyo ciudadano, con campañas contra la xenofobia para evitar un sentimiento de animosidad y no llegar a propuestas populistas y demagógicas. Estas deben ser reales para solucionar una de las muchas olas de consecuencias por la caída del país vecino.
La pasividad de la comunidad internacional ha sido cómplice de la situación actual de Venezuela. Muchos países, por diferentes razones, fueron permisivos con la violación de libertades, las persecuciones y encarcelamiento de líderes políticos. Era una crisis ya anunciada. En Venezuela solo se respetaba uno de los principios de la democracia que eran las elecciones, pero al mismo tiempo se pisoteaba la carta de derechos donde se encuentran los derechos a la movilización y el libre discurso, la independencia de poderes, la tolerancia política y la transparencia.
No obstante, muchos líderes políticos habían advertido tal situación desde hace años, pero sus palabras no fueron escuchadas, como la del expresidente Álvaro Uribe Vélez en el programa de Moisés Naim en el 2013 donde dijo que “Venezuela es una dictadura todavía con votos, donde se violan las libertades del pueblo". Así mismo, se expresaba otro expresidente, Andrés Pastrana, que sentenció en el 2015: “Queda claro que en Venezuela gobierna una dictadura”. Lo anterior, tras un intento fallido, junto al exgobernante boliviano Jorge Quiroga, de visitar al líder y preso político venezolano, Leopoldo López.
Además, diferentes líderes sociales, políticos y personalidades venezolanas en el mundo han venido sentando su voz de protesta contra la dictadura. Si todas estas voces hubiesen sido atendidas en su momento, con medidas y pronunciamientos fuertes como el del vicepresidente de los Estados Unidos Mike Pence en su visita a Cartagena: “Venezuela se está deslizando hacia la dictadura y como el presidente Donald Trump ha dicho, Estados Unidos no se quedará parado mientras Venezuela se desmorona”.
Debe haber una unión de cero tolerancia con la dictadura, la cual tiene un espejo en Cuba y si no se toman medidas se puede perpetuar por más de 50 años como el modelo de los Castro.