50 mil de ustedes hoy domingo cruzaron la frontera para comprar papel higiénico, comida y todo lo que necesiten. Hace cuarenta años nosotros teníamos que ir al país de ustedes para ganar más, para vivir tranquilos. Ustedes eran poderosos, tenían carreteras, autopistas que parecían calcadas de las que hacían en Estados Unidos. A los colombianos nos decían caliches, nos escupían, nos trataban como escoria. Ustedes eran los ricos, nosotros los pobres pero esto ha cambiado.
El fracaso de la revolución socialista fue su debacle. En 1980 un bolívar costaba 18 pesos, hoy vale 0.02 centavos. El saqueo chavista los acabó. El saqueo chavista que no fue otra cosa que la continuación del saqueo de Carlos Andrés Pérez, de Caldera, de Herrera Campins. De su arrogancia no queda ya nada. Vienen a pagar siete veces más por cosas que ustedes no tienen porque la revolución no es autosuficiente. Que no darían ustedes por un salario mínimo de 700 mil pesos.
Un columnista de las 2 orillas dijo que sólo pasaron la frontera la semana pasada 20 mil y que todos eran ricos. Yo hoy vi a muchos pobres que venían de la Fría, de Capacho en el Táchira buscando bolsitas de leche para su desayuno. Un columnista de las 2 orillas dijo que nosotros los cucuteños nos moriríamos de hambre sin ustedes pero no, ésta foto demuestra que son ustedes los que nos necesitan. Igual les abrimos los brazos, ya sin ser caliches, ahora que somos libres, sin un régimen como el de ustedes que los aplasta y los miserabiliza. Es más, si se quieren quedar acá bienvenidos. El sueño de Chávez, el Dios de ustedes, de la Gran Colombia ha quedado hecho trizas. Nuestro país, sin revoluciones, ni petróleo que las financie, poco a poco saca la cara adelante. Así que quédense en esta, la tierra de las libertades. Acá no pasarán hambre, ni sed, tendrán trabajo, tendrán una educación de calidad y algún día podrán ser ricos, algo que el socialismo jamás se los permitirá.
Bienvenido hermanos venezolanos, sin resentimiento y olvidando las humillaciones pasadas cuando éramos nosotros los que teníamos que lavarles los inodoros del Metro de Caracas, cuando eran las colombianas las muchachas del servicio en su novelas como Topacio y Cristal, les decímos bienvenidos ahí tienen los cereales, las cervezas, la carne, y, sobre todo, el papel higiénico que tanto les hace falta.