Lamentablemente, la mayor parte de la llamada opinión pública en Colombia (es decir, la forma como los pobladores del país perciben los acontecimientos y las ideas que se hacen sobre ellos), se fragua a partir de la desinformación interesada, sesgada y manipulada que los medios de comunicación de las clases dirigentes inyectan en la ciudadanía, cotidianamente, sin descanso, sin pudor.
Por eso, muchos de nuestros compatriotas repiten, sin fundamento ni conocimiento real, las bestialidades que se dicen sobre la República Bolivariana de Venezuela (víctima de una guerra económica desatada por el empresariado, contrabandistas y la burguesía corrupta) o sobre la Revolución Ciudadana de Ecuador (cuyos grandes logros son desconocidos con la falacia de falta de libertades).
Y, peor aún, reproducen la propaganda absurda contra el proceso de paz en Colombia y se muestran partidarios de una guerra que, por el contrario, todos debemos contribuir a acabar.
Hace falta pluralidad en la información y en el análisis, conocimiento de contextos históricos, geopolíticos y culturales, para evitar quedar reducidos a simples cornetas de mensajes orientados a mantener el statu quo injusto y la desigualdad económica impuesta por quienes, desde los albores de la República, incurriendo en guerras y largos periodos de violencia, impunidades y auto amnistías bipartidistas (como la liberal-conservadora del Frente Nacional), han usurpado el poder político y usufructuado las riquezas del país, en detrimento de la inmensa mayoría de la sociedad.
Por tanto, las comunidades deben estar alerta para no seguir siendo inoculadas con el veneno mediático y la mentira del sistema imperantes. Para ello es pertinente trasegar los caminos de la búsqueda de la verdad, a través de la pluralidad de las fuentes y el rechazo a los discursos únicos.
En el forjar criterios independientes tienen una tarea inmensa, quijotesca por ahora, los medios alternativos, populares y democráticos, conscientes de que aceptar ser áulicos de las ideas de los verdugos es la peor forma del sometimiento.