La acción de vender una empresa pública no es mala en sí misma como lo sataniza la izquierda; tampoco es buena en sí misma como lo sacraliza y lo pontifican los neoliberales. Al calificar de buena o mala la venta de un bien público es necesario considerar los elementos que acompañan todas las acciones humanas.
Vender una empresa pública es una acción ambivalente. La bondad o la maldad no están en el hecho mismo de vender o no vender. Cuando se quiere dar una categoría moral a la acción, no se considera la acción aislada en sí misma. La categoría moral reclama inexorablemente que se considere como sustrato básico las circunstancias, los medios y la intencionalidad u objetivos que se persigue con dicha venta.
“No vender” las empresas públicas no debe ser la tabla de valores intransigente que guíen a los servidores públicos; como tampoco “vender” debe convertirse una ley inamovible para ellos. Solo si se tiene en cuenta las circunstancias, los medios y la intencionalidad de la venta se puede categorizar de buena o de mala la acción del servidor público que decide ceder los derechos de un bien común a personas privadas.
En el caso de Isagén, su venta ha sido mala (desastrosa) para el país y para el Gobierno mismo. No solo por el hecho de vender; pues, dicha calificación de pésimo negocio se desglosa de una mirada a todas las circunstancias, los medios y la intencionalidad que acompañaron a dicha venta.
La venta de Isagén se hizo oscura y sospechosa por estas circunstancias:
- Por un ambiente social de desconfianza en el vendedor. En el imaginario colectivo de los colombianos está un gobernante derrochón y cuyas tácticas de persuasión a sus inmediatos colaboradores es empalagarlos de “mermelada”.
- Es positivo el balance económico de Isagén. Es una empresa rentable y que deja grandes dividendos para el país. La han llamado la gallina de los huevos de oro.
- La dudosa reputación del comprador: El fondo canadiense Brookfield tiene investigaciones en Brasil por sobornos para obtener licencias de construcción.
- Se buscó el momento oportuno para salir airoso en el negocio. El 13 de enero había vacancia de la rama judicial y el congreso estaba de vacaciones. Esto hace improcedente cualquier acción para detener la venta ese día.
- Se realizó contra el sentir nacional. El gobierno mostró insensibilidad por las innumerables manifestaciones de desaprobación de la venta. En todas las ciudades del país se hicieron plantones, 80 de 102 senadores firmaron una constancia en donde le hacían ver al presidente la inconveniencia; lo propio hicieron las corporaciones públicas como asambleas y consejos y la ciudadanía a través de las redes sociales. El gobierno se hizo el de la vista gorda e hizo oídos sordos ante semejante repudio.
Los medios que se usaron para la venta de Isagen no dilucidan el ambiente, por el contrario, lo enrarecen y lo hacen más sombrío. El gobierno usó la subasta como medio para entregar el bien público y rentable a un fondo privado. Con seis meses de antelación el gobierno expidió un decreto que permitía la subasta con un solo proponente. En esa materia, el consejo de estado en el 2009 se había pronunciado declarando improcedente la existencia de un solo oferente en una subasta cuando ocurrió la venta del tercer canal. El ministro Cárdenas anunció en diciembre 2015 que dicha subasta se realizaría el 13 de enero de 2016, dando un corto tiempo para que se preparen otros posibles oferentes.
Finalmente, los fines u objetivos que expuso el gobierno para la venta dejan entrever que existían fines secundarios u ocultos por debajo de la mesa. Se dijo a la opinión pública que la venta de Isagen sería para realizar vías 4G (carreteras con doble carril); No obstante, este fin se podía conseguir con otras propuestas alternas. Para conseguir un fin se debe escoger los mejores medios para ello. La venta de Isagen no era la mejor alternativa para desarrollar obras de infraestructuras en el país. Estos recursos se podían conseguir por vías no perjudiciales para el patrimonio nacional. El año pasado en el senado de la república se hicieron debates y propuestas para financiar esas obras. El gobierno al despreciar otras alternativas de solución para las vías 4G, hace pensar que el centro del meollo no estaba en los fines anunciados a la opinión pública (vías 4G), sino en el único medio escogido para ello (venta de Isagen). Lo importante era el medio y un fin llamativo y aprobable socialmente. Ante el dualismo fin-medio, surgen preguntas sobre los verdaderos fines de la venta de Isagén: ¿las comisiones que deja el negocio?, ¿financiar el plebiscito?, ¿apalancar una futura campaña presidencial?
@juancarrietaj