"Mientras se gritan los goles, se apagan los gritos de los torturados y de los asesinados" dijo la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo para referirse a lo que pasó en Argentina en el mundial del 78, durante la dictadura de Videla.
La estrategia de Videla, como siempre en las dictaduras, era ofrecer una buena imagen y ganar apoyo internacional a su régimen. Paralelo mientras desarrollaba el evento, se le facilitaba tapar los de actos de violación de derechos humanos, torturas y asesinatos.
La selección argentina fue usada como un elemento distractor, esto les ha dolido inmensamente y varios jugadores lo recuerdan con un dejo de impotencia que se les nota. Argentina fue campeona del mundo en ese 78 sangriento, que dejó manchas en la historia de la Fifa.
En el 77, año antes del mundial, muchas organizaciones internacionales intentaron evidenciar lo que pasaba en Argentina, mostrando la obvia estrategia de llevar un mundial a un país en dictadura, como los Olímpicos de la Alemania de Adolfo Hitler.
"Fútbol sí, torturas no"
Incluso hasta se fundó el Comité de Boicot contra el Mundial de Fútbol en Argentina (COBA) bajo el lema "No al fútbol entre los campos de concentración".
Todo esto fue respaldado por la prensa internacional y organizaciones de DD. HH.
Pero la dictadura siguió en firme con el evento, apoyándose en parte de la prensa nacional que servía de portavoz a Videla. Si no es por los periodistas extranjeros que fueron a cubrir, poco se hubiera sabido de las manifestaciones de las Madres de la Plaza de Mayo en el mundial
Videla quería mostrar una Argentina ordenada en la que no había manifestaciones que impidiera eventos grandes. Pero mientras se celebraba un gol, decenas de jóvenes desaparecían en las calles. Incluso algunos deportistas fueron asesinados o desaparecidos previo al mundial.
Hacer partidos de futbol es una cuestión de Estado, eso lo saben en política, sobre todo cuando hay un país al que necesitas silenciar para que los vecinos no vayan a pensar mal. El anuncio de la copa América de Duque en medio de lo álgido del paro no es casualidad.
Lo que sucedió en Barranquilla durante el encuentro Junior-River Plate no es casualidad, hay que vender la política por encima de la dignidad de quien sea, eso es regla de oro para quienes no comulgan con las luchas sociales, caso de la mayoría de nuestros dirigentes.
Claro que hay que guardar las proporciones, no estamos hablando de Pinochet, de Trujillo o de Hitler, pero sí de un gobierno que se preocupa más por lo que piensen los de afuera, antes que arreglar el desastre que les está explotando en la cara.