Según la declaración universal de los derechos humanos un pueblo que esté siendo oprimido tiene derecho a defenderse, y el derecho al trabajo hace parte de los derechos fundamentales de los derechos humanos, esto en términos globales porque en términos nacionales la Corte Constitucional concede a los vendedores ambulantes el derecho al trabajo y esto es sagrado.
Resulta que en varias ciudades de Colombia el derecho de los vendedores ambulantes de ejercer el derecho al trabajo ha sido vulnerado por varias alcaldías con la absurda leguleyada de “recuperar” el espacio público como si el espacio público fuera algo mobiliario que se pudiera llevar a otro lado, o también está la justificación (también absurda) de abrir espacio a los peatones como si a las personas se les bloqueara su libre tránsito.
Todo se trata de una farsa para perseguir y denigrar a los humildes vendedores ambulantes y las farsas deben ser denunciadas y enfrentadas.
Cuando un policía o un funcionario quiera llevarse la mercancía de algún vendedor ambulante, ese policía o ese funcionario deja de ser autoridad y pasa a convertirse en criminal, y como tal debe ser enfrentado, los vendedores ambulantes deben unirse para enfrentar la barbarie y las injusticias a las que son sometidos diariamente.
Se trata de defender la vida y la integridad de quienes se dedican al oficio de las ventas ambulantes porque detrás de cada vendedor hay una familia, hay unos hijos que mantener, y la vida se defiende con la vida misma.
Es hora de que los vendedores ambulantes de todo el país se organicen y se defiendan con la máxima: ¡Vendedores ambulantes: uníos!