Un país que se piensa en paz, anda sumido en un desprecio total por la vida. En lo corrido del año van doce homicidios en Sincelejo, la mayoría jovenes, empiezan los panfletos anunciando la limpieza social en Buenaventura y el Urabá Chocoano. En la más reciente publicación de Medicina Legal, forensis 2014, se afirma que no más del 20% de los homicidios en Colombia son producto del conflicto armado, ¿Qué va pasar con el resto, donde si bien las tasas de homicidio disminuyen pero las riñas y lesiones personales aumentan alarmantemente? Un homenaje a su última víctima, Ever de Jesús Terán Benitez, quien con su legado, brinda una luz de esperanza en un país donde la vida vale poco o nada.
Ever de Jesús Terán Benítez, mi amigo Terán-- como le gustaba que lo llamaran sus amigos-- de rostro serio y ceño fruncido, franco y directo a la hora de hablar, es uno de esos jóvenes que se ganó el corazón de cientos de personas de diferentes partes del país, más allá de su ser o tener; por su hacer.
Terán fue recibido con un abrazo por los legionarios de los Montes de María y lo invitaron a realizar un Hecho Social de Paz en Ovejas Sucre. Esto bastó para convocar el espíritu inquebrantable de servicio a la comunidad de aquel joven de ojos verdes: "le metía las ganas, sudaba, se mojaba sin importar enfermarse, desde allí le pedimos que nos acompañara hasta el final y así siguió dando todo de si, no quería parar porque decía que no se cansaba".
Con el pasar de los días, a Terán se le notaban las ganas de luchar, de caminar para hacer una Colombia en paz, en medio de esas reuniones donde los legionarios abordan el caos a través de la intuición; se le veían las ganas de ayudar a sus amigos de esos peligros de la calle que hoy se lo llevaron.
Aquel joven de aspecto serio y ceño fruncido, nos fue mostrando su corazón ennoblecido: "sus grandes abrazos impedían sentir miedo cada minuto, con su poncho del Atlético Nacional secaba las lágrimas de nuestros rostros sin importar dañar el maquillaje, no podía ver a sus compañeros tristes ya que para él la tristeza no existía, luchaba día a día por hacernos feliz, sus ganas de vivir contagiaban a todos".
Ese amor y compromiso por la gente lo llevó a hacer cosas impensables; jamás pensó bailar y hacer obras de teatro para comunicar mensajes de paz y reconciliación a través del humor. Es así como un joven de la zona sur de Sincelejo, donde los jóvenes no tienen más esperanza que aspirar a morir temprano para que alguien los recuerde en el esplendor de su actividad, se atreve a dejar a sus seres queridos y recorrer los llanos orientales para vencer los miedos de habitar el paraíso llanero.
Mi amigo Terán en su maleta empacó su sombrero y trajes típicos de la región: poca ropa y un par de botas. Pero lo que abundaba en él eran ganas. Ganas de brindar afecto ardiente y gozoso por los caminos del miedo. Redescubriendo a Colombia, pues entendía perfectamente que era un colonizador del afecto.
Sus amigas Yurani y Denis le recomendaron que llevara una libreta en su mochila y así descubriría otra faceta en la expedición: un escritor desde los balcones de la esperanza y no desde el odio y resentimiento. En sus relatorías, se cuestionaba con vehemencia ¿cómo era posible que el fundador de Vistahermosa Meta, Pedro Arroyabe, no tuviera un granito de tierra que el que conquistó?
“Como principal fundador no tiene una casa propia, la alcaldía lo tiene en un ancianato, lo debería tener en un lugar mas cómodo por ser el principal fundador de Vistahermosa. Con lágrimas y nostalgia nos narró humildemente que solo le pide a la alcaldía una casita para vivir lo que le queda de vida, que siempre que se dirige a la alcaldía lo que hacen es ignorarlo y lo dejan ahí como si nada y esto no debería ser así. Como fundador queremos ver a este señor en su casita y en mejores condiciones que siempre ha anhelado y no en un ancianato como está ahora en la actualidad”
Una vez recorridos los más de 300 kilómetros, navegando los ríos Güejar, Ariari y Guaviare, brindando afecto, sacralizando la vida, construyendo confianzas y venciendo temores por Vistahermosa, Piñalito, Puerto Gabriel, Puerto Toledo, Puerto Rico, Barranco Colorado, Pororio, Puerto Concordia y San José del Guaviare. Era el momento de reflexionar por lo sucedido en esta semana de expedición, cuando mi amigo Terán se me acercó con una mirada y sonrisa alegre me dijo:
“No lo conozco, pero lo admiro mucho”, un poco sorprendido y en medio de risas le respondí “yo tampoco lo conozco, pero también lo admiro por lo que hace”. En ese instante, sentí que había encontrado un espejo, pues Terán tenía mi edad, también lo convocaba un mismo anhelo llamado paz y su mayor recompensa era la alegría y cariño de la gente.
Semanas después nos encontraríamos de nuevo en Tolú. Esta vez los papeles se habían invertido: mi amigo Terán, como anfitrión, mientras el equipo de los llanos orientales como invitados. Terán quería devolvernos la hospitalidad, pues según él “allá los atendimos muy bien”: apenas supo que íbamos, junto con Mayo, Yurani y Denis, quiso encargarse de nuestra llegada y recibimiento.
En medio del conversatorio y las tardes donde compartíamos los legionarios de diferentes regionales, recuerdo una conversación que tuvimos frente a su mar natal. En medio de risas y chistes, puesto que según mi amigo Terán, yo era un cachaco muy tieso para bailar, le dije “camine y montamos en la lancha”. El decirle esto le borró su sonrisa y volvió la mirada seria respondiéndome: “no, no… ¿no ve que yo soy el salvavidas, yo debo estar pendiente de todos?” A manera de chiste flojo le dije: “camine y le pedimos permiso a la coordinadora pa que disfrute un rato” pero Terán Insistió “Yo debo cuidarlos a todos”.
Me sorprendió ver un costeño serio, pero también entendí que era tal su compromiso de cuidarnos que decidí no insistirle más. Al finalizar el seminario, me enteré que el famoso equipo salvavidas, del que hacía parte mi amigo Terán, ¡no sabían nadar!, pero como el 90% de los legionarios de todo el país ni conocían el mar, alguien los debía cuidar. Entraba en mí el interrogante ¿Terán por qué arriesga tanto? Con esa pregunta y una mirada alegre del otro lado del kiosco donde él se encontraba, finalizaba el día.
Finalizó el año y seguimos teniendo contacto por Facebook. Sus amigos me invitaban para el carnaval de Barranquilla. El sábado 23 de enero Terán cumplía 23 años y con esto la tragedia llegó. Luego de festejar su cumpleaños en un picó que estaba en Sincelejo, a la 1:45 am, a pocos metros del CAI de la zona sur de la ciudad, dos balazos cerraron sus ojos y apagaron la alegría de mi amigo Terán.
Dolor.
Dolor.
“¡Oh, dolor! ¡oh, dolor” ¡El tiempo devora la vida,
y el oscuro Enemigo que nos roe el corazón
Con la sangre que perdemos crece y se fortifica.” Baudelaire, El enemigo 1855.
Hoy el dolor y la impotencia invade a más de 600 jóvenes que compartieron con mi amigo Terán en Tolú, los Llanos Orientales y eso sin mencionar las personas de su natal Laguna Flor, sus amigos en Sincelejo y las comunidades que acompañó los últimos cuatro meses de los bellos Montes de María.
Una vez más la muerte criminal nos arrebató un guerrero de la vida, aquella dictadora que alteró el orden natural, y pone de nuevo a una madre a enterrar a su único hijo varón. Pero entre los enemigos del valor sagrado de la vida, parafraseando al poeta Baudelaire, hay uno más feo, más malo, ¡más inmundo! Si bien no produce grandes gestos, ni grandes gritos, haría complacido de la tierra un despojo, y en un bostezo se tragaría el mundo:
¡Es el tedio! El tedio de nuestras instituciones públicas no sólo por nuestros jóvenes K sino por el valor sagrado de la vida, demuestra que en Colombia, la vida no vale muy poco o nada. Mi amigo Terán muere al lado de un CAI, en un sector donde la policía no interfiere en las peleas de pandillas porque “prefiere ir a recoger los cuerpos”.
Instituciones y funcionarios públicos, que de por cierto hoy no funcionan, existen para resolver problemas de la ciudadanía y buscar la mayor felicidad posible en nuestras comunidades. Cuando empiezan a pensarse como autoridad, como instancia jerárquica, cuando cunde el tedio ante las preocupaciones cotidianas, se pierde toda legitimidad. Impera en las personas el dolor, la impotencia y la frustración y por esto mismo debemos recordar el legado de Terán.
Mi amigo Terán solamente necesitó cuatro meses y de una iniciativa llamada Legión del Afecto-- la que le sirvió como puente-- para cruzar esas afugias y escapar del espiral de violencia que hoy se vive en la zona sur de Sincelejo, un espacio que fueron los Montes de María, Tolú y los llanos orientales, simplemente para ser Ever Terán; un joven alegre alejado de los modelos agónicos juveniles de ser el más fuerte y que servía inquebrantablemente a su comunidad, y por último, un espejo que le permitió reconocerse como bailarín, actor de teatro, escritor para salvaguardar jóvenes como el.
Mi amigo Terán era un joven sensibilizado, responsable y entusiasta, de ese entusiasmo ausente en nuestros funcionarios públicos. Por ello era capaz de comprometerse con sus comunidades. Hoy su hacer y su inquebrantable sonrisa, son el mayor de los alientos para Colombia. Rechazamos rotundamente la muerte criminal, con vehemencia, así como nuestro amigo Terán evidenció la desgracia del fundador de Vistahermosa, con dolor pero sin odio ni resentimiento.
El legado de mi amigo Terán será el mejor antídoto ante la muerte criminal y el tedio que atañe a nuestra sociedad. “Contra la muerte criminal: ¡coros de alegría!”
Con profundo cariño:
Yurani Rodríguez
Denis Peña
Henry Beltrán