Se queda perplejo cuando escucha a la clase política tradicional que perdió las elecciones del M-13, tratando de imponer en contubernio con sus medios, la narrativa que los defraudados fueron ellos y no los engañados tradicionalmente por la fuerza política que posee todos los cooptados órganos de control, dispuestos a perseguir y a mancillar a la oposición, que al final, son las víctimas de este desbarajuste institucional.
Hoy en Colombia vivimos un mundo al revés.
Vivimos entre el pensamiento diferente representado por la oposición y una hirsuta derecha en el poder que infringe la ley y ejerce la violación de los derechos de gran parte de las ciudadanías libres. Los poderosos victimarios, irónicamente, sindican a los primeros de cometer fraude electoral. ¡¡¿Habrase visto?!! "Los pájaros tirándole a las escopetas", pero para una mayor ilustración, decía mi alter ego Petrona Oliveros: "Mijito, el que las hace se las imagina".
Lo anterior se interpreta como la conducta de la doble moral; cuando cínicamente el redomado le achaca a otro, lo que él está acostumbrado hacer con frecuencia. El redomado defraudador se proyecta en otro, supone o se imagina que su forma de actuar, es un hecho generalizado y por tanto no hay porqué preocuparse. Esto equivale más o menos a "el ladrón juzga por su condición".
Corrió el rumor de que Andrés Pastrana Arango, hijo legítimo del fraude de 1970 y que hoy le corre sangre azul por sus venas, los Ñeñes y demás congresistas obsecuentes al régimen, todos en una, andaban desesperados en la búsqueda de aplazar las elecciones presidenciales del 29 de mayo.
Lo anterior denota miedo al cambio. Se argumentaba que buscaban un aplazamiento porque eventualmente existiría una inminente posibilidad de fraude electoral y que sería cometido por la parte más delgada, por donde se rompe la soga, por la parte que no es gobierno, que no nombró al registrador, que no tiene ascendencia en órganos de control como la Contraloría, la Procuraduría o la Fiscalía. Los que andan en bola, desnudos de poder, tradicionalmente perseguidos, son -según ellos- los que cometerían el presunto fraude. ¡¡El que las hace se las imagina!!
Lo anterior parece una película calcada, donde se juega no con la doble si no con la triple. El sucio juego lo veo de la siguiente manera: cuando las cabezas del partido político que está en el poder denuncian que su sistema electoral llámese registrador y demás entes comprometidos con las elecciones son los potencialmente indicados para cumplir el protervo propósito del fraude, tiene una clara lectura: seguramente desde allí se intentara cometer el fraude anunciado tantas veces.
Los potenciales perpetradores lo denuncian, como si ellos estuvieran por fuera del perverso juego achacándoselo a la contraparte. Con la doble moral de la denuncia se envía el mensaje subliminal de que ellos no se atreverían hacerlo, entonces la parte que si tiene la genuina duda (o sea los opositores) naturalmente se tranquilizan y se confían y es ahí cuando se regresa todo al principio.
Al final ejecutan su cometido, que era su real propósito y todo queda sano. Es por eso que no se puede bajar la guardia en cuanto de vigilar el voto se trata. La extenuante labor de los espontáneos observadores electorales, será lo más importante.
Tenemos un ejemplo histórico vivido por nuestra generación: el fraude de 1970 cuando el virtual ganador era el teniente general Gustavo Rojas Pinilla.
Dice lo que hoy es leyenda, que en aquella ocasión, Carlos Lleras Restrepo y su ministro de gobierno Augusto "El Tigrillo Noguera", orquestaron el fraude en favor del hijo adoptivo de Mariano Ospina Pérez o sea el padre del expresidente Andres Pastrana, que todavía no da explicaciones satisfactorias por sus relaciones con el magnate.
Irónicamente, hoy Pastranita hijo exige transparencia cuando el registrador es de ellos y todo es de ellos. Como decía mi sabia y santa abuela Petrona: El que las hace se las imagina.