Ayer, 20 de julio de 2020, Colombia cumplió 210 años desde que se inició y comenzó a gestar eso que los historiadores llaman como "el grito de independencia", momento que daría cabida a un largo, desgastante, necesario e imperioso proceso de lucha de nueve años para culminar y sellar nuestra independencia, y por ende nuestra libertad, el 07 de agosto de 1819, en la batalla del puente de Boyacá.
Decir 210 años suena fácil, y hasta simplista, pero lo que muchos desconocemos es que esos 210 años son el resultado de una lucha de aquellos hombres y mujeres que entregaron hasta sus vidas para entregar un país a aquellas generaciones. Sin embargo, se hace necesario preguntar: ¿hemos valorado, reconocido y puesto en la práctica el legado conferido por nuestros héroes desde aquel famoso grito de independencia? Tal pregunta nos la planteamos porque infortunada y precisamente hoy en tiempo de pandemia y confinamiento, hemos observado en ocasiones hasta pasivamente y con mayor lucidez, como aquellos legados como el liderazgo, la conciencia, la responsabilidad, la fe, la solidaridad y todas aquellas ilusiones que nos formaron como república, quedaron o han quedado en eso, ilusiones.
Esa afirmación puede ser errónea, pero cómo más se podría argumentar si se observa que algunos están siendo irresponsables ante el cuidado y respeto con esta pandemia. ¿Cómo se podría argumentar si vemos que algunos líderes que nos deberían representar y apoyar no lo hacen, sobre todo con aquellos que más lo necesitan?, ¿cómo se podría argumentar al evidenciar que algunos solo piensan en decir "sálvense quien pueda", en lugar de "ayudémonos a salvarnos"?, ¿cómo se podría argumentar al ver que la inconsciencia de algunos con sus actos, que saquean la esperanza de cambio que urge nuestro país?, ¿cómo se podría argumentar al conocer que muchos siguen con odios y no han desarmados sus corazones?
Necesitamos urgentemente ver esta fiesta patria como una remembranza y ejemplo para dar a todo aquello que se encuentra al borde de la inconsciencia, el miedo, la incertidumbre, la pasividad, y el individualismo, y todo eso que no nos construye como nación. Debemos urgentemente garantizar y poner nuevamente en práctica eso que nos libera como pueblo, que nos apremia como líderes, que nos facilita valores, que nos brinda paz, responsabilidad y compromiso para con nuestro país y las crisis que entre todos y unidos debemos enfrentar, crisis que podrían ser interminables empezando por la del Coronavirus, pasando por la desigualdad, el desempleo y terminando con la inconsciencia.
Tras el 20 de julio de 2020 hacemos un llamado desde lo más profundo de nuestro ser para que precisamente junto a los valores y ejemplos conferidos por nuestros héroes de la patria hallemos un camino basado en respetar al otro, en tener conciencia, en gozar de la solidaridad, en emprender nuestros liderazgos, en encomendar la vida a la fe y a la educación, y en esas otras transformaciones que necesita y urge nuestro país, más en este raro y virtual tiempo en donde todos debemos aprender, así como de aquellas gestas, a salir adelante, unirnos como sociedad, y amar y valorar las cosas básicas y necesarias que la historia nos ha dictado.
Es finalmente que por lo anterior, antes de mencionar simple y sencillamente una fecha, una historia, unos años o unos personajes, debemos entender más a fondo el legado, las gestas, las luchas y esas hazañas que muchos han construido con mucho esfuerzo para que hoy todos podamos disfrutar, así sea en esta lucha y prueba la vida nos han puesto en el camino, para que así el día de mañana sigamos como pueblo contando una historia basada en el orgullo, amor, la esperanza y el cambio, ese cambio que entre todos lograremos cuando solo y exclusivamente nos preguntemos: ¿qué país les queremos dejar a nuestros hijos?