Justo cuando se pensaba que se había pasado a otro tipo de debates en la cuna del uribismo y que ya podíamos pensar en pasar la página de la violencia política en que se atemoriza y amenaza a candidatos que no son de nuestra misma corriente, desde el Pacto Histórico en Medellín informaron que la Casa Petro, ubicada en la calle 33 fue vandalizada.
Seguramente las personas que hicieron las “pintas” son seguidores de las corrientes políticas que por años han tenido el control de Antioquia y Medellín y por supuesto de los negocios que implica estar a la cabeza del Estado a nivel regional, por ello, las disputas no se basan en ideas o programas de gobierno, sino que se convierten en ataques que reproducen mensajes vacíos y llenos de rabia.
El ataque se produjo apenas una semana después de que Petro llenara varias plazas en Antioquia y denunciara, en plaza pública, la corrupción que se ha tomado a Antioquia, así como las verdades sobre las empresas que no han beneficiado a la ciudadanía sino a sus propietarios y que hoy enfrentan la posibilidad de perder el control de lo poco que queda.
Parece que a Petro y al Pacto histórico les quieren cobrar que haya destapado la corrupción que se ha tomado a Bello por cuenta de los negocios familiares de los Suárez, y que le haya recordado a los antioqueños que, si las empresas y los gobiernos trajeran prosperidad para la gente no se había cerrado la infraestructura de la manufactura de Coltejer, que generaba 18.000 empleos.
Lo que queda claro es que, si los candidatos conservadores no le “bajan dos” a los discursos de odio, la violencia se puede agudizar y tendremos más hechos que lamentar o bien la hegemonía de la violencia que otrora ahuyentaba candidatos al por mayor y al detal, para hablar en términos de las empresas.