El vandalismo se relaciona principalmente con grafiteros, pero también es fruto de la “gran inspiración” de barristas, marchas estudiantiles, paros, campañas políticas y de algunos despechados.
Para quienes se llenan de rabia hacia estas personas, no se desgasten, sientan una profunda compasión porque son simples síntomas de personas infelices, perezosas, cobardes y poco creativas.
Quienes realizan actos de vandalismo argumentan que hace parte de un juego para darse a conocer, por la adrenalina de lo prohibido, para vengarse o para expresar frustración e inconformidad. Excusas. Una persona que siente la necesidad de darse a conocer o de recibir una descarga de adrenalina o de vengarse es porque vive un infierno interno. Quienes cometen actos de vandalismo simplemente reconocen con el acto mismo que son infelices y que no están en paz.
Algunos explican que expresan las causas de personas silenciadas, que trabajan por el bienestar de terceros, que buscan el crecimiento de la sociedad. Más excusas. No hay que ser Gandhi o el Dalai Lama para saber que la violencia nunca llevará al crecimiento, ni personal ni de la sociedad. Romper un vidrio o rayar un monumento es una salida fácil. Si tan comprometido está con una causa, pues inicie una fundación, recoja firmas, sea voluntario… ¡construya! Pero no, eso requiere dedicación, prefiero dañar porque la solución me involucra y qué pereza.
Los valores humanos están presentes en todos, solo que no a todos nos enseñaron a expresarlos. Hay actos de vandalismo que uno no realizaría solo, pero que en grupo no tiene la voluntad de seguir su conciencia. Milgram, Asch y Zimbardo, entre otros, han demostrado que una buena persona puede cometer actos injustos y dañinos por presión de grupo o por miedo a ser excluido. Los vándalos no son malas personas, solo son cobardes a quienes no se les inculcó la valentía para disentir.
Hay quienes lo hacen para para expresar una opinión o para ejercer su derecho a la libertad de expresión. Solución: háganlo en la fachada de su casa o de su abuela.Pero este espacio no les sirve porque como es propio, ahí sí prima el respeto a la propiedad privada sobre la libertad de expresión. Entonces, si la preocupación es visibilidad, ¡sean creativos! Para eso existe Facebook, Twitter, YouTube, etc. ¿Quiere ser bien “vándalo”? Realice actos como el de Greenpeace en la premiación de Fórmula 1 en Bélgica: envió un mensaje contundente sin destruir la ciudad. Dañar la fachada de un comercio para protestar por un político es combatir injusticia con injusticia por simple falta de creatividad.
No estoy proponiendo una sociedad silenciada, estática y sin posibilidad de un pensamiento crítico individual sino un vandalismo constructivo de personas en paz, empoderadas y valientes para realmente lograr la construcción de una mejor sociedad. Sin embargo, el vandalismo tangible en la ciudad es secundario. Nuestro gran reto es el vandalismo intangible: los actos egoístas en los cuales me incluyo.
Vandalismo intangible: actos en los cuales prima el interés propio sobre el interés colectivo. Será tema de la próxima columna.