Cómo bien lo decía Jaime Garzón: “Vamos a decir colombianos al grupo heterogéneo de personas que habitan el territorio llamado Colombia, los que por culpa de Dios, el destino, la divina providencia; nos tocó habitar este espacio”. Parecen casi mágicas aquellas palabras justo en este momento electoral.
Actualmente, este grupo de “habitantes” nos estamos debatiendo día a día por todos los medios la decisión que debemos tomar cada 4 años. Y no es para menos, se toma la decisión más importante detrás de este lúgubre período de 16 años, donde nuestra historia parece sacada de una novela de Gustavo Bolívar; donde hay una pelea interminable entre dos bandos y los únicos afectados somos cada uno de los que vivimos en esta delimitación territorial.
¿Quién dijo que los colombianos estamos destinados a vivir en un país infestado de corrupción, de asesinatos a líderes sociales y de ausencia del Estado en la mayoría del país? ¿En qué momento de la historia perdimos nuestra identidad como ciudadanos y se la regalamos a los gobernantes de turno? ¿Qué pasó con esos momentos idílicos que nos unieron como pueblo?
Aunque no tengo la respuesta a ninguna de esas preguntas, lo que tengo claro es que nuestro futuro parece cumplir a cabalidad la ley de Finagle: “Algo que pueda ir mal, irá mal en el peor momento posible”. ¿En qué momento abrimos la caja de pandora y cuándo decidiremos cerrarla? ¿Cuándo tomaremos conciencia de que las elecciones no son un juego y que no tenemos oportunidades “infinitas” para ir equivocándonos decisión tras decisión?
¿Acaso consideramos como una “broma” cuestiones tan importantes como: el cambio climático, la corrupción, los páramos, el agua, la vida, la desigualdad, el racismo, el sexismo y otros temas tan fundamentales para que una nación pueda vivir en una verdadera paz? O por el contrario, ¿nos vamos a dejar llevar por los vengadores que reviven fantasmas antiquísimos o absurdos: como izquierdas y derechas, “castrochavismos” y demás fábulas que lo único que hacen son infundir miedo para evitar que Colombia progrese?
Estamos a punto de superar el capítulo oscuro de la guerra en nuestro país y ¿vamos a dejar que unos individuos por ambiciones personales nos quiten esta oportunidad? Quiero pensar en que algún día Colombia dejará atrás esos fantasmas del pasado y abrazará el futuro. Uno donde los niños quieran ser como Jaime Garzón y no como Pablo Escobar; donde nos podamos mirar a los ojos y no veamos rencor. Eso es lo que desearía como un simple colombiano. Démonos la oportunidad de soñar diferente y pensar que las cosas pueden mejorar. Ojalá aprendamos a tiempo que Colombia no necesita más divisiones por ideales; más bien, necesita personas con ideales que lleven a Colombia a un nuevo capítulo de nuestra historia.