En seis meses han muerto medio millón de personas en todo el mundo por covid-19, y la cifra aumenta todos los días. La pandemia está cambiando nuestra relación con la muerte en general, como con nuestra propia muerte en particular, incluido su ritual de paso: el funeral. ¿Ya le dijiste a tus seres queridos qué tipo de funeral prefieres? ¿Sabías que hay alternativas ecológicas a los contaminantes métodos del entierro y la cremación?
Hoy en día, tienes dos opciones para elegir: entierro o cremación. Para posponer la descomposición inmediata y permitir los ritos fúnebres lo que se hace comúnmente es reemplazar la sangre por un líquido embalsamador compuesto por químicos contaminantes e irritantes que incluye sustancias cancerígenas como el formaldehído. Seguimos utilizando este método tóxico, a pesar de que ya existen alternativas más ecológicas y menos invasivas como la refrigeración que además no convierte tu cuerpo en un contenedor de líquidos nocivos y le podría dar más tiempo a tus seres queridos para preparar un ritual conforme a tus indicaciones y para despedirse de ti, algo fundamental para poder tener un duelo sano.
Luego meterán tu cuerpo lleno de líquido embalsamador a un ataúd fabricado con madera deforestada y metales. La madera, por supuesto, también ha sido inmunizada y pintada. Solamente en Estados Unidos, en un año, se deforestan 16.000 kilómetros cuadrados de bosques y se usan 800.000 galones de formaldehído para funerales. Entonces tu ataúd será enterrado en un cementerio, donde yacerá con cientos o miles de otros cuerpos en las mismas condiciones contaminantes. Además, el pasto sobre tu tumba será fumigado regularmente con herbicidas y pesticidas. El proceso de descomposición para que los elementos en tu cuerpo retornen al ecosistema en el ciclo natural de la vida y la muerte, que en condiciones naturales se hubiera completado en semanas, ahora tardará décadas. Los cementerios contemporáneos son un foco de contaminación para el ecosistema y las reservas de agua subterránea.
Supongamos que prefieres la cremación. Aunque menos contaminante, igual quema combustibles fósiles, emite gases de efecto invernadero y contamina el aire. En este caso, tu cuerpo también será rellenado del líquido contaminante y almacenado en un ataúd para preservarlo mientras se cumple tu rito fúnebre. Luego, tu cuerpo será incinerado en un horno crematorio alimentado por gas metano. El producto de la combustión de tus restos será emitido a la atmósfera, incluidos gases y sustancias que contaminan el aire, como mercurio o plomo. Tus cenizas serán entregadas a tus seres queridos. El protocolo de salud pública, si llegaras a fallecer por covid-19, es que te cremen. Hay otros escenarios excepcionales y controlados, por ejemplo, si tu causa de muerte fue un crimen o un accidente de tránsito.
Te preguntarás, entonces ¿cuáles son las alternativas ecológicas? Hay dos. El entierro natural y el compostaje.
El entierro natural consiste en evitar introducir químicos contaminantes a tu cuerpo y usar como cajón un material biodegradable, por ejemplo, fibras vegetales tejidas. Tu cuerpo será enterrado a poca distancia del suelo para facilitar el contacto con el oxígeno y así tu descomposición será mucho más rápida. Este método no sólo no es contaminante, sino beneficioso para el suelo que se abonará con los nutrientes de tu cuerpo. Está opción y el compostaje aún son ilegales en Colombia, pero esto podría cambiar, si más personas asumimos estos temas.
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Las áreas tendrían estatus de conservación ambiental y doble nivel de protección, no solo por su valor ambiental sino por su significado cultural como cementerios
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El Estado de Washington en Estados Unidos legalizó el 21 de mayo de este año el compostaje de restos humanos. Si mueres en esa jurisdicción podrás decirles a tus seres queridos que prefieres la reducción natural de tu cuerpo. Así, por ejemplo, podrías contratar los servicios de la funeraria Recompose donde tu cuerpo será depositado en un habitáculo junto con astillas de madera y condiciones controladas de oxigenación, humedad y calor. Gracias a ellas, los microorganismos descompondrán tu cuerpo rápidamente, y al cabo de 30 días tus restos se habrá transformado en suelo muy rico en nutrientes. Tanto el entierro natural como la reducción natural de los restos, pueden tener un desenlace aún más ecológico. Tus restos pueden servir como abono en un ecosistema-área protegida en tu ciudad o en el campo, y una placa podría colocarse en este ecosistema como testimonio de memoria. Estas áreas tendrían estatus de conservación ambiental y doble nivel de protección, no solo por su valor ambiental sino por su significado cultural como cementerios. Serían lugares donde los seres queridos podrían visitar a sus muertos al mismo tiempo que disfrutar la belleza de la naturaleza y contribuir a su protección, muy diferente a los cementerios actuales, sitios donde a muchas personas les da miedo solamente visitar y que las comunidades vecinas preferirían no tener cerca por la contaminación.
Pensar con tranquilidad y aceptación en la muerte, también nos serviría para recordar la preciosidad de la vida, de la existencia, que no sabemos cuándo vamos a hacer algo por última vez, que quizá hoy veas o hables por última vez con ese ser querido. Ante la inevitabilidad de la muerte, recordar que la vida es sagrada y preciosa, y que en Colombia los asesinatos de líderes sociales y las muertes violentas ocurren todos los días, nos debe renovar el compromiso de cuidar nuestra propia vida y la de los demás.
Más información en las charlas TED de Caitlin Doughty y Katrina Spade, y en la etiqueta #Ecofunerales.