La primera plana de la coyuntura política nacional, sin duda alguna, la lideran los profes. El país durante más de un mes ha sido testigo como el magisterio en una cátedra práctica de valor y dignidad ha despertado al movimiento civil nacional por la financiación y la calidad de la educación pública en Colombia.
Aunque en la discusión se encuentra en juego la política sectorial (para el sector educativo), el nivel del conflicto entre el gobierno de Juan Manuel Santos y FECODE sobre pasa tal dimensión. Al punto que la expresión de resistencia organizada de los maestros, acompañado de su papel aglutinador y encauzador de las reivindicaciones de la educación, trascienden a la política general y deberá demostrar a la sociedad su real vocación de poder en la escogencia de auténticos representantes en las distintas instancias del direccionamiento del estado.
Por tal razón, esta expresión de dignidad, orgullo profesional y reivindicación de la educación pública por parte de los profes, es recibida y respondida por las élites neoliberales en cabeza del señor presidente, la ministra de educación y el señor alcalde de Bogotá con pisoteos, represión, gases lacrimógenos y chorros de agua.
La política estatal de los últimos gobiernos del país, a pesar de sus diferentes nombres y estilos, mantienen una misma línea de acción. Se ha caracterizado por el direccionamiento autoritario de la sociedad hacia un proyecto de redistribución de los ingresos que castiga los fondos sociales de consumo y reformula la política de financiación estatal hacia mayores responsabilidades con menos recursos. Este es el caso del sector educativo, donde el ciclo de masificación de la cobertura en educación básica y media, no ha sido acompañada con la disposición de recursos suficientes, produciendo un sacrificio de la calidad que afecta: el proceso de aprendizaje, el tiempo efectivo de clase, acceso a material didáctico, calidad de los profesores, pertinencia del currículo, gestión administrativa de la educación, entre otros factores de entorno y contexto social. (Estrada, 2002. P 47).
Con lo anterior, se evidencia la existencia de dos tipos de educación, una educación privada de calidad para la población con mayores niveles de ingreso y una educación pública desfinanciadamente pobre para los pobres, al punto que se puede afirmar que no es una casualidad que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo. La realidad pone entre dicho el supuesto dominante de que las escuelas funcionan como mecanismos para el desarrollo del orden social igualitario y democrático. Dado que una educación pública desfinanciada en resumidas cuentas profundiza las contradicciones y desigualdades estructurales del orden social.
Sin embargo, a pesar del desolador panorama de la realidad de la educación, que al mismo tiempo, es la realidad de las familias más humildes de nuestro país, los profes están asumiendo con optimismo su compromiso con la historia, haciendo esfuerzos y generando con sus practica pedagógicas procesos de formación integral, construyendo ciudadanía y forjando ideales en las nuevas generaciones, bien lo expresa Fernando Savater en su libro El valor de educar: “A los educadores no les queda más remedio que ser optimistas, la enseñanza presupone el optimismo tal como la natación exige un medio líquido para ejercitarse. Quien no quiera mojarse, debe abandonar la natación, quien sienta repugnancia ante el optimismo, que deje la enseñanza y que no pretenda pensar en que consiste la educación, (…) los pesimistas pueden ser buenos domadores, pero no buenos maestros”. (Savater, 1997)
De esta manera, los profes demuestran su valor día a día, siendo capaces de luchar por quien prematuramente por su posición social menos ventajosa la historia lo ha dejado sin esperanza, por quien ha quedado arrinconado entre la desigualdad y la injusticia de la sociedad. Los profes tienen valor por su compromiso loable en la formación de las mayorías menos favorecidas.
Siento la responsabilidad moral de expresar como hijo, sobrino y amigo de maestros, mi más profunda admiración. En la labor y compromiso pedagógico y social de los profes se encuentra la recuperación del conjunto de valores progresistas que garanticen un futuro emancipador, democrático y justo.