Validar la verdad y certificar la autenticidad de la historia es hoy más difícil que nunca

Validar la verdad y certificar la autenticidad de la historia es hoy más difícil que nunca

"El peligro de la posverdad atenta el sagrado deber de la información cuando el hecho comienza a parecerse a lo que la subjetividad nos hace creer que es una verdad"

Por: Roberto Echeverri Uribe
septiembre 26, 2017
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Validar la verdad y certificar la autenticidad de la historia es hoy más difícil que nunca
Foto: Pexels

Colombia vive un tiempo apropiado para que se desarrollen los acontecimientos que la historia registra. Los escandalosos hechos que inundan la cotidianidad de nuestras vidas y sus salpicados hechos de posverdad son un peligroso cóctel que hace estragos importantes en la sociedad. Validar la verdad y certificar la autenticidad de la historia es hoy más difícil que nunca.

Son las redes sociales quienes fagocitan, procesan, asimilan y divulgan toda clase de noticias, amenazando un periodismo otrora basado en el interés público y la confianza en la sociedad líquida. Hoy, la proliferación de noticias de dudosa procedencia y ante la fatídica imposibilidad de ser verificadas, nos vemos atrapados por multitud de fuerzas opuestas: verdad y falsedad; el hecho y el rumor; la plataforma abierta de la web y las redes sociales; en últimas, una dicotomía entre el público informado y la muchedumbre equivocada, contribuyendo a que las opiniones sustituyan los hechos y sea la subjetividad de la versión la que reemplace la veracidad histórica del hecho confirmado. Preguntas como: ¿es Photoshop el artífice estético que domina la gran masa acrítica?, ¿qué hecho noticioso no será un atentado a la verdad? Nos hemos convertido en completos autómatas y pasivos espectadores de una sociedad de espectáculo que perdió la capacidad de constatar una verdad fáctica. Pasamos de ser idiotas útiles a ser imbéciles inútiles constreñidos por una falsa realidad que nos abruma y nos doblega.

El peligro de la posverdad atenta el sagrado deber de la información cuando el hecho comienza a parecerse a lo que la subjetividad nos hace creer que es una verdad; se torna prácticamente imposible advertir la diferencia entre hechos que son ciertos y “hechos” que no lo son. La posverdad no es solo una práctica que se desenvuelve en el terreno de la política. Y son los medios de comunicación quienes actúan como caja de resonancia ante hechos de metamórfica y onírica realidad. Debe ser por eso que estos pueblos aplastados por la la corrupción, permanecen inmutables ante la catástrofe que les deviene producto de las mentiras de quienes nos gobiernan; porque nos debatimos entre la incapacidad racional de validad la realidad, y el anhelo utópico de pensar con el deseo, creyendo que todo va bien, que las cosas mejorarán, y que la humanidad como obra de Dios, va en camino a la santificación.

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