Ninguna economía se vacía y resquebraja, ni el dólar sube o baja, porque hable el presidente o sus ministros, ni tampoco porque la arrogancia de algún aprendiz de revolucionario u ofuscado seguidor se lamente u ofrezca consejos, sobre cómo gobernar mejor o con sus desvaríos de poder para controlar, contamine con desesperanza la esperanza o haga colectivas sus frustraciones, por no recibir lo esperado.
Gobernar exige prudencia y paciencia en el país con más odios y miedos enconados por acérrimos guerreristas y banqueros que centraron en su agenda de derecha la política de acumulación y sangre para ocultar la devastada economía que iba quedando a su paso.
Ahora al gobierno del poder popular le toca asumir la agenda de la economía, pero sin descuidar la política, usada y degradada para legitimar su hegemonía y ahora los eriza ver que la barbarie y el caos que los sostenía son desplazados por iniciativas de paz, y atención social a conflictos hace tiempo desbordados.
Las últimas previsiones del modelo de poder que se está yendo, mostraban un crecimiento de la economía (con cifras maquilladas), que ocultaba el acelerado endeudamiento padecido, la venta escondida de reservas de oro, contratos amañados para autotransferirse recursos públicos entre elites y saqueo por vías institucionales como el IVA.
La realidad está poniéndose por encima de los memes y las jugaditas de quienes bien podrían llamarse miserables, infames, vendepatrias o traidores que han gobernado con indolencia y sevicia.
Un café que hace 4 años se pagaba en los países de la OCDE con un dólar de 2500 pesos, hoy cuesta 2 dólares de 4500, y un pasaje aéreo que valía 500 dólares de 2500, hoy cuesta 1000 de 4500.
Al interior del país cafetero -que con recursos públicos entrega subvenciones por vender afuera- una libra de café OMA dorado que costaba 12.000 pesos hoy cuesta 24.000 y un menú (corrientazo) pasó de 10.000 a 22.000 pesos.
Los que producen (campesinos, manufactureros, obreros) se afectan porque venden barato y los que compran porque les resulta caro, los poderosos en cambio ganan en ambas partes.
Los ingresos familiares, en cualquier caso, apenas subieron menos del 10%. A la par con estas reducciones y desequilibrios, de la mano del gobierno de la seguridad democrática, las élites mantuvieron en crecimiento la concentración del capital en el nivel por ellos acostumbrado.
Mientras crecían las violencias y miserias en las calles, se debilitaban la salud, el empleo y la educación que aumentaba sus faltantes, los banqueros, inversionistas y terratenientes aumentaron sus acumulados de riqueza personal privada, y de esa mezcla letal la conclusión es que Colombia tiene la sexta moneda más devaluada entre los países que integran las Naciones Unidas.
Los recursos de las inversiones fueron trasferidos a poderosos contratistas, apoyados en bufetes de lujo que les sumaron su ventaja competitiva de hacerlos ganar por la doble vía del contrato y del pleito judicial para condenar al estado.
Los comerciantes, se muestran ahora preocupados por el salchichón y la gaseosas (que hace tiempo es parte del almuerzo de los “rusos”: obreros de la construcción, que luego juegan banquitas), pero ocultan que recibieron 16 billones de pesos de los ahorros de los sectores populares y la clase media, en solo dos días sin IVA en 2022, calculadamente realizados el día antes de elecciones presidenciales y, los bancos completaron la tarea de servir “humanamente” de prestamistas para ”cumplir los sueños” de consumo, de quienes hoy pagan en interés más de la rebaja de lo que compraron.
Estados Unidos dejó atrás la política Reagan de debilitar el dólar para recobrar competitividad a costa de Japón y Alemania y ahora Biden lo fortaleció para competirle a China y Rusia, quienes, con la tensión en Ucrania, han mejorado sus rentas y posición en Asia y el Oriente, aunque en occidente CNN, FOX y sus filiales inunden con posverdades.
La destrucción del sentido de lo público fue instalada al tiempo con el miedo, con la idea de que lo valioso es lo privado que también se refleja en la sobreposición de lo individual, del “ego” en permanente exposición en face, fake, memes, cuentas falsas de farsantes y pervertidos y mensajes cortos que destruyen mundos a fuerza de likes, mientras lo privado copa vías, parques, avenidas e inclusive las emociones de la gente para hacer desaparecer las cosas sin que nadie se dé cuenta, porque el despojo no es necesariamente brutal, “es más bien el frenesí de comunicación e información el que hace que las cosas desaparezcan”.
Ni el mundo, ni el país, está ante una crisis financiera, si no económica y mental, se puede pasar a alguien en pocos minutos de héroe a villano con un meme o un twiter y con un hackeo desocupar una cuenta, de la misma manera que el asesino en un instante acaba una vida por un celular, un disgusto o una opinión que le molesta.
El mundo se vacía a velocidad alarmante, solo que no es todo al tiempo, es por partes. Colombia quedó vaciada, saqueada, desocupadas las cuentas del erario, todo en nombre de que había un enemigo y había que combatirlo. La demencia y la obsesión de poder pudo más que la grandeza del colectivo.
Los artífices de la dominación introdujeron la información falsa hecha de textos sin cuerpo, sin contexto, letras y números sin voz ni interlocutor. En lugar de guardar recuerdos enseñaron a almacenar datos que luego se conjugan mal, no encajan, pero son útiles como falsificación, como mentira que no se corrobora.
Los corruptos acuñaron mensajes contra la corrupción, y han ocurrido hechos como tener un “candidato meme” de la liga contra la corrupción investigado por corrupción y un fiscal anticorrupción preso por corrupto y poderosas “gentes de bien” involucradas en crímenes y cuentas en paraísos fiscales, liderando las protestas.