¿Y si nos retiramos por unos segundos de la mísera u opulenta realidad para transportarnos a un universo menos o más posible?
¿Quién nos impide llegar hasta los confines de la galaxia de los sueños?
Aburrido de tener los pies sobre la tierra. Aunque en realidad estemos sobre el inmenso universo que nos contiene como minúsculo grano de polvo cósmico.
Imaginemos entonces que el mundo al revés debería ser la sensación de descubrir que quien originó el caos que llamamos realidad estaba equivocado.
Cuando la razón se convirtió en el viento que expulsó a la tribu de su continente nómada, aparecieron las fortunas y desgracias a las que denominamos destino y que la humanidad carga como un inmenso bacalao para prevenir las gripes de todo pelambre.
Entonces despertaremos con la sorpresa de encontrar cosas en su sentido correcto, para nuevamente malacostumbrarnos a la reciente realidad que como tubo de escape le brinda al soñoliento bípedo la oportunidad de abrir los ojos a lo invisible y a lo esencial.
Los bancos recobran la sensatez y devuelven todo lo robado a sus clientes con el eufemismo de servicios conexos e inherentes a su cuenta.
El carnicero se despoja de los gramos envenados de su báscula perversa y lanza una cruzada contra los vegetarianos del mundo.
La suegra empieza a querer a su yerno y lo mira con buenos ojos y no con la cara de entrometido y abusador de la princesa encantada de su hija.
El chofer de taxi deja de robarle a su patrón o patrona y a cambio entrega lo justo de la jornada y deja de mirarlos con la cara de pendejos que tienen y de la cual él saca partido a diario.
La empleada del servicio doméstico deja de escupir los platos que sirve a la mesa porque su vez, los patrones le pagan lo justo y con todas las prestaciones y se humanizan en el trato con ella, dos siglos después.
El empresario que cree que tiene una plantación y no una organización, amanece pregonando el amor a la lucha de clases y la empatía con la clase trabajadora para luego sentarse a almorzar con los obreros en las mismas barricadas donde se hace la siesta laboral y la pausa saludable.
El mundo al derecho pero en el sentido contrario a como lo percibimos en estos momentos puede ser la mejor fórmula para romper con la delgada tela del tiempo y del razonamiento: ¿qué se propone desde el otro lado del espejo? Algo mejor sin lugar a dudas y menos lastimero y no tan plagado de sacrificios en nombre de la salvación.
La democracia reinventada y dando ganador al que menos voto tiene porque desde la nimiedad de las cifras se alcanza a contemplar la dignidad del contrincante (y no citamos a Borges) y el perdedor será el ganador porque no lo absorbe las ansias de poder que nubla las miradas y distrae los verdaderos sentimientos.
El desprendimiento se convierte en regla de oro de la convivencia entre los humanos y tendrá más riqueza quien más entregue a los demás; sin condiciones, desinteresados y abundantes en generosidad: acumularé satisfacciones y me iré a contemplarlas en mi bóveda secreta para que no puedan arrebatarlas los mezquinos que son desterrados al desierto de la abundancia.
Los centros comerciales exhibirán y venderán lo que para nada le interesa a los humanos consumistas: vitrinas con maniquíes que reflexionan sobre la importancia de vivir solo con lo necesario, vendedores que te convencen de no llevar cosas que al cabo de unos minutos es basura y romerías de compradores llevando en bolsas y contenedores a los centros comerciales lo que bajo el convencimiento de la inutilidad y lo baladí, ya no deben tener en sus hogares como estorbo.
Una sugerencia. Dedique al menos unos minutos a concebir el mundo actual, su mundo pequeño y mezquino, abundante y desprendido, de otra manera; al revés, con el sentido de lo absurdo que convence y verá que lo disfrutará como el que más. No le de miedo.
Coda: A veces sueño con tocar el espejo invisible de la frontera entre la razón y la sinrazón y termino en un elogio a la locura como la única cordura válida en estos tiempos que ya no son lo que creíamos.