En el recuerdo quedó aquella empresa eficiente y responsable que brindaba un servicio de calidad a sus clientes. La imagen y el prestigio de una línea de transporte seria y comprometida se ha ido desvaneciendo con el tiempo. Costa Line fue la compañía ideal que anhelaban todos los costeños. Contaba con viajes súper directos, confort, amabilidad, servicios de película, música, refrigerios, entre otras muchas virtudes. Hoy, por el contrario a lo anteriormente expuesto, todas esas bondades distan de la realidad. Nos transportan en buses deteriorados y desaseados, con aires con goteras, televisores dañados, sin refrigerios, sin la colaboración de ayudantes, y con un ficticio servicio de wifi que nunca ha funcionado y que solo quedó en la etiqueta adherida a los buses.
En los cuatro años y medio que me he transportado con esta empresa desde San Juan del Cesar a Barranquilla, Valledupar o Barranquilla, puedo manifestarles con conocimiento de causa que las precariedades en las que se encuentra sumida la empresa son producto del abandono, desatención y falta de mantenimiento. Una empresa no puede pretender únicamente la obtención de utilidades, también debe optar por la eficiente prestación del servicio. Hace falta invertir y Costa Line ha olvidado que el paso del tiempo va evidenciado el desgaste de los elementos esenciales de su actividad: los buses.
A raíz de eso, la cadena de quejas, reclamos e insatisfacciones se ha extendido. Desde hace dos años se ha venido recibiendo la peor de las atenciones, no solo lo digo yo, sino también el colectivo de usuarios con los que he compartido los viajes. Hemos pasados terribles situaciones, entre algunas de ellas, recuerdo la ocasión en que nos quedamos varados a eso de las 5.00 p.m. en el área de la zona bananera. Quien conducía el automotor era un señor mayor, entre 55 y 57 años, que al percatarse de la falla del bus se apresuró a llamar a la empresa para que le enviaran ayuda técnica o en su defecto un bus para que se transportaran a los usuarios. Sin embargo, ni la ayuda del técnico, ni el bus llegó. En vista de que el conductor no tenía auxiliar, y ante la situación que nos agobiaba, decidió ponerse arreglar por su cuenta el vehículo. Esa actividad se hizo alrededor de las 7 y 10 de la noche, lo que nos dejó en medio de la oscuridad, acompañada por una súbita lluvia. Los pasajeros empezaron a desesperarse, muchas personas decidieron parar algunos buses que atravesaban la vía y pagaron otro pasaje más para que los transportaran hasta Valledupar. Otros esperamos hasta las 8 p.m. cuando el conductor pudo resolver medianamente el problema técnico y así poder llegar hasta la terminal de buses de Valledupar.
Este tipo de hechos no han sucedido solo una vez, no es cuestión de casualidades o simples descuidos, se han convertido en una conducta reiterativa por parte de la empresa. En otra ocasión, viniendo de Barranquilla hasta el Molino (Guajira), al suceder lo usual, es decir, estando sin auxiliar de viaje, tuve que repartir los refrigerios a los pasajeros, ya que el conductor no tenía disponibilidad de hacerlo, lo que es apenas lógico pues su labor se remite única y exclusivamente hacerse cargo del volante. Pero más allá de que haya asumido una labor que no me correspondía, lo más desastroso del viaje fue la proliferación de cucarachas que aparecieron dentro del bus. Inicialmente, al entrar al baño de damas observé que habían unas cuantas, razón por la que me apresuré a salir. Luego, me di cuenta junto con los demás pasajeros que no solo era en el baño sino que todo el bus estaba repleto de cucarachas que caminaban por los asientos, lo cual evidencia el desaseo de los buses de la empresa. La gente desesperada se cambiaban de puesto, algunos prefirieron sentarse en la parte delantera al lado del conductor, huyendo de la desagradable situación en la que nos encontrábamos.
Las malas experiencias no han parado ahí. Al parecer yo sigo explorando hasta ver el grado de desfachatez al que es capaz de llegar la empresa. En lo que va de este año ya estuve en otro bus que se varó (lo raro es que no se vare). Hace poco regresando de vacaciones de Semana Santa en la Guajira, estando en la terminal de transporte de Valledupar, llegué al bus con el pasaje que previamente había comprado y encontré que mi puesto ya estaba ocupado. La razón fue que los buses del mediodía y 1:00 p.m. no habían llegado, así que se presentó un retraso con los pasajeros, quienes fueron ubicados en el bus de 2:oo p.m. Yo, con más grado de conformidad que de asombro tuve que esperar a que me reubicaran en el bus de las 3:00 p.m.
Ante tantas malas experiencias, ya no me causa sorpresa nada de lo que sucede. Solo me queda la tristeza de ver una reconocida línea de transporte decayendo cada día mas, porque si bien algunos somos apegados a esta empresa más por costumbre que por calidad, es preciso decir que la paciencia se va agotando, hasta que llega la gota que derrame el vaso y decidamos decidirle "No más" a Costa Line.