Usted no va a leer esto, lo sé. No habla de Álvaro y su tuiter, no habla de María del Pilar y sus confesiones, ni de Moreno y lo que oculta. No habla al menos de Falcao y sus complicaciones. Usted no va a leer esto porque no es de actualidad ni siquiera panamericana, esto no habla de lo que habló la radio ayer en la mañana, no habla de esta feria y sus desilusiones, tampoco habla de Venezuela con Maduro ni de Uruguay sin Mojica, usted no va a leer esto porque no habla de la adopción por parte de parejas del mismo sexo y tampoco se detiene a enumerar los motivos que tiene una niña en Chile para pedirle a su presidenta que le autorice a no respirar más.
Usted no va a leer esto porque no destaca los beneficios de ir al trabajo en bicicleta ni revela la teoría secreta de lo que habría dicho Neiman en Argentina si se hubiera presentado en el estrado. Esto no habla de la caída de Madonna en los premios británicos de la música, ni de Juanes que está tranquilo ni de Fernán que no lo está, usted no va a leer esto porque no pregunta por el color de un vestido. Usted no va a leer esto porque no le explica a nadie por qué el calendario dice que hoy es primero y no veintinueve.
Usted no va a leer esto, lo sé. No habla de candidatos a meses de elecciones ni de elecciones a meses de candidatos, usted no va a leer esto porque no habla de los indígenas en el Cauca que reclaman la tierra prometida que el gobierno en lugar de devolverla a ellos se la entregó a los ingenios Manuelita y Mayagüez (bueno, seamos francos: si hablara de los indígenas del Cauca en extenso usted tampoco leería esto), no leerá estos párrafos porque no se ilustran con fotos de gatos ni con fotos de gatos ni con fotos de gatos. Yo sé que le gusta ver fotos de gatos pero no las verá aquí esta vez.
Usted no leerá esto que escribo porque no habla de una nueva indignación en la nación, no se refiere al último robo ni al siguiente desfalco, tampoco estas líneas están contra nadie porque el oficio de opinar no es lo mismo que tirar piedras. Hoy tampoco estas líneas andan denunciando qué es lo que está mal porque a veces incluso dudo de lo que está bien y no es sano para la psiquis mirar todos los días la realidad con los lentes del que busca la grieta, el abismo, el hondo bajo fondo y cree —ingenua, petulante y tontamente— que conoce cómo se enciende una luz para serpentear esta oscuridad.
Usted no leerá esto porque esta vez no digo nada que pueda esperar en la prensa ser digno de un gran titular. Hoy vengo a hablar de algo que a nadie le va a interesar.
Me gusta el viento en forma de brisa que es capaz de rodearte como un abrazo. Me gusta el clima frío porque la gente se viste más bonito. Me gusta la música porque viaja por el aire y hay canciones que te ayudan a respirar. Me gusta el color amarillo porque no te lo esperabas. Me gusta acariciar el lomo de los libros y la sensación que me da estar adentro de una sala de cine porque en medio de la proyección me siento ausente del mundo. Me gusta escribir porque así siento que existo. Me gusta caminar por ahí un tanto perdido porque siempre me rescata el saludo afectuoso de un desconocido. Me gusta llorar y no cubrirme los ojos porque las lágrimas me limpian la mirada y eso que llaman alma. Me gusta el centro de mi ciudad porque hay algo allí que no puedo dejar atrás. Me gusta mirar por la ventana de los vagones del Metro y ver el estado de ánimo de Medellín. Me gusta cambiar de lentes, que no es lo mismo que cambiar de cara pero es una forma de jugar conmigo. Me gustan los relojes aunque no me gustan algunas horas. Me gusta vivir en esta época que me tocó vivir porque esta es la era del asombro: mañana nos anuncian el siguiente invento que nos cambiará la vida hasta pasado mañana que nos anuncien el siguiente invento que nos cambiará la vida. Me gusta cocinar porque es uno de los más bellos actos cotidianos en que te puedes sentir creador. Me gustan los árboles, todos los árboles, y los guayacanes me gustan, todos los guayacanes, y las flores me gustan. Y las catleyas. Me gustan las preposiciones y algunas proposiciones también. Me gusta la lluvia; la lluvia que me espera afuera y que no sé cuándo empieza y la lluvia chiquita bajo la ducha que yo sé cuando termina. Me gusta la novela gráfica. Y la novela. Y las gráficas. Y me gusta el silencio de los museos que es distinto al silencio de las bibliotecas. Me gusta que de tanto en tanto alguien anuncia la muerte de la poesía y otro contesta ante esa noticia con un poema. Me gusta el arequipe y el sonido de la palabra albricias. También me gusta quedarme callado y, de cuando en cuando, pronunciar un suspiro.
@lluevelove