A escasos ocho meses de realizarse las elecciones regionales y municipales, los y las actuales aspirantes a la alcaldía de Cali no salen del anonimato. De acuerdo con los últimos sondeos de opinión, se observa que, a excepción de Angelino Garzón, exvicepresidente de Colombia, y el empresario Roberto Ortiz, los demás candidatos y precandidatos a la alcaldía de Cali no alcanzan el 15%.
Cualquier aspirante a un cargo de elección popular debe posicionar su nombre entre la opinión pública y lograr aceptación. Cuando hablamos de posicionamiento no se refiere a que el ciudadano común simplemente reconozca su cara o relacione su nombre, sino que esté en la capacidad de hacer una valoración de su gestión en los diferentes cargos públicos y sociales que haya desempeñado.
Es común escuchar entre los círculos políticos de la región que para ser buen candidato se requiere el respaldo de un líder político carismático y aceptado entre la opinión pública. También se habla de la necesidad de que una colectividad política ponga a su disposición toda su estructura y, finalmente, que esta persona debe contar con los recursos económicos necesarios para financiar la campaña electoral. Es por esto que muchos aspirantes invierten grandes sumas de dinero en medios de comunicación o campañas publicitarias para darse a conocer entre la ciudadanía. Sin querer demeritar la importancia de esas estrategias, existen otros mecanismos que permiten que la figura pública genere simpatía y aceptación entre sus eventuales electores.
Los líderes políticos que generan opinión es porque han sabido visibilizar sus propuestas y resultados en la gestión que han desarrollado. Han logrado que sus opiniones se mantengan vigentes y trasciendan.
Un principio básico para ser un buen dirigente político es lograr que sus seguidores manifiesten su plena devoción y convencimiento con el proyecto político que se le está proponiendo. Así mismo, estar en la capacidad de entender la realidad que lo rodea, la problemática que afecta a la población y la aptitud personal que se manifieste para encarar esa problemática. Para que una aspiración gane legitimidad y reconocimiento ciudadano, debe expresarse en unas relaciones más humanas y profundamente democráticas en las que se vean reflejados valores como la tolerancia, el pluralismo y el respeto al derecho de vivir en condiciones dignas.
Cuando se quiere aspirar a ser el próximo mandatario de los caleños hay que tener en cuenta que cuando se ejercen cargos públicos de primera línea, en la que se cuenta con recursos para desempeñar una buena gestión, no se puede ser mediocre y ocultar los errores. Es fundamental ser honesto, mantenerse fiel a la verdad y que esta no dependa de coyunturas electorales. La falta de honestidad hace que los ciudadanos desconfíen de su dirigentes. Esta es una actitud que se refleja en el poco interés que tienen los ciudadanos por conocer quiénes son sus gobernantes y los resultados de la gestión desempeñada.
La historia nos ha enseñado que solo aquellos líderes políticos carismáticos dejan huella. De ahí la importancia de que cada aspirantes a la alcaldía de Cali entienda que, solamente si están mentalizados en que su actividad será positiva, será un dirigente altamente recordado y reconocido por la sociedad.
