¿Usted sabe por qué Petro descalifica e insulta a los empleados públicos?
Opinión

¿Usted sabe por qué Petro descalifica e insulta a los empleados públicos?

En su estrategia de “toma del poder” Petro y el Pacto Histórico calculan que es en los mandos medios donde pueden apoderarse de los resortes de control del poder

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junio 30, 2024
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Desde que llegó al gobierno, Gustavo Petro no ha parado de descalificar e insultar a los empleados públicos de todo el país. Sin distingos, a tabla rasa, los acusa de ser los enemigos internos de su administración. Basta que vengan de antes del 7 de agosto de 2022 para señalarlos como burocracias impuestas por gobiernos autoritarios, como la mancha tenebrosa del pasado que es la causante de la ineficacia de su gobierno.

Óigase bien, dice que debe “derribar las oposiciones internas de una burocracia que durante todo este siglo ha crecido bajo los mandatos y el designio de gobiernos autoritarios”.

A primera vista este cuentico pareciera quedarse en una disculpa, nomás, para justificar lo que ya es un consenso: que el gobierno de Gustavo Petro es pésimo. Entre los casos de corrupción, la nula ejecutoria de sus ministerios y el perfil impresentable de los nombramientos que hace, la valoración pública de su administración lo raja en todos los exámenes.

Empero, el tema es mucho más de fondo y mucho más injusto.

Gustavo Petro y el Pacto Histórico andan al asalto voraz de la administración pública. No solamente al nivel de los altos cargos sino de los mandos medios. En su estrategia de “toma del poder” ellos calculan que es allí donde pueden apoderarse verdaderamente de los resortes de control del poder. Algo así como infiltrar estratégicamente al Estado con su gente.

Por eso echan gente a diestra y siniestra al punto de desmantelar instituciones enteras con el fin de poner a sus militantes. Para la muestra sobran botones. A la primera institución que llegaron como un huracán fue a la Consejería de Paz de la presidencia. Allí había funcionarios que venían desde el gobierno Barco, que participaron del proceso de paz con el M-19. Decenas de funcionarios que representaban la memoria de todos los procesos de paz, un conocimiento institucional invaluable de más de treinta años que fueron arrasados bajo el asedio inclemente del señor Danilo Rueda. Así mismo llegaron arrasando con la inteligencia de la fuerzas militares, años de experiencia triturados que han dejado inerme a la sociedad y que sólo pueden celebrar las organizaciones criminales. Qué me dicen de Ecopetrol, adonde no tuvieron la más mínima consideración para patasarribear los requisitos para acceder a la dirección de la principal empresa de los colombianos. Bueno, ni hablemos de las barbaridades que han cometido con el sistema de salud y que el país ya conoce y padece.

Son tan hipócritas las descalificaciones y los insultos de Gustavo Petro contra los funcionarios públicos del país que no ha hecho más que reemplazarlos por personas que no tienen la más mínima presentación. Cualquiera diría que si su preocupación fuera auténtica, que si su intención fuera mejorar la administración, entonces se habría buscado a unos lujos de personas para nombrarlas en todas partes. Pero la verdad salta a la vista. Cuando uno mira a Olmedo López o a Sneyder Pinilla como mínimo le surgen las dudas, y qué tal cuando uno ve los nombramientos de Prosperidad Social y Planeación Nacional. Y qué me dicen de los embajadores en México y Chile.

Mas hay un caso que describe el tema de cuerpo entero. A Gustavo Petro no le interesa el gobierno sino el poder. O mejor dicho, le interesa el gobierno solo para poder. Su preocupación no radica en cómo hace un buen gobierno para los colombianos sino cómo aprovecha el gobierno para más poder y para atornillarse al poder.


¿A quién con dos dedos de sentido de la responsabilidad se le hubiera ocurrido poner de vicepresidente a Francia Márquez?


¿A quién con dos dedos de sentido de la responsabilidad se le hubiera ocurrido poner de vicepresidente a Francia Márquez? Desde un principio fue evidente que la señora no tiene la preparación mínima para ejercer el cargo de presidente ante la eventualidad de que le tocara hacerlo. Pero a Petro eso le importó un carajo. En ese momento lo único que le importó fue que Francia Márquez fuera militante y le sirviera para llegar al poder. Si se dan cuenta es exactamente el mismo cálculo que hace ahora para definir sus nombramientos.

Acabar con esos mandos medios de la administración pública es otra forma que ha encontrado para acabar con la democracia y con la institucionalidad. Para él la institucionalidad es un engendro inventado por los asesinos para impedirle que pueda hacer el cambio. Institucionalidad que él mira como enemiga y que por supuesto tiene que derribar.

Ahora, es indiscutible que hay que corregir muchas fallas de la administración pública. Fallas de corrupción e ineficiencia que vienen de atrás y que nos indignan y nos hacen daño. ¿Qué sociedad aguanta que sus funcionarios se acostumbren a recibir bolsas plásticas llenas de billetes?

Nadie puede ser tan tonto como para creerle el cuento de su tal cruzada contra las burocracias enemigas de este siglo cuando, precisamente durante este siglo, nadie ha vivido con tantos privilegios, prebendas y hechos de corrupción administrativa como Gustavo Petro.

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