De entrada cabe decir que ningún nivel de contaminación ambiental es seguro para la salud.
Ahora bien, los materiales contaminantes del aire son diversos, al igual que sus fuentes. Lo que más se analiza y ustedes lo habrán visto es el material particulado (particulated matter, conocido como PM por sus siglas en inglés).
Este material se clasifica según su tamaño en PM 10 o PM 2.5 y es importante porque estos tamaños de partículas son los que logran penetrar los pulmones y causar los potenciales daños.
Entonces, cuando se analiza el estado de salud en relación con la contaminación hay diversos datos, todos malos, como por ejemplo: anualmente se atribuyen 58.000 muertes causadas por complicaciones respiratorias relacionadas con la contaminación; en Bogotá se observa el mayor número de visitas a urgencias por síntomas respiratorios en los picos más altos de contaminación; los niños que viven en sectores más contaminados presentan mayor número de enfermedades respiratorias y así por mencionar solo algunos.
Volvamos a la concentración de contaminantes en el ambientes: en Bogotá se encontraron concentraciones altas de PM10. Y aunque el criterio de “alto” está definido de diferentes maneras, ya que cada quien puede acomodarlo según la medición que use, de acuerdo con la escala de la Organización Mundial de la Salud ningún país en Latinoamérica tiene niveles aceptables. Para la muestra, si usamos otras normas internacionales (IT International Targets) Bogotá está lejos de tener niveles aceptables, recordando que el nivel aceptable debería ser cero, lo cual es remotamente posible en un mundo industrializado.
Pues bien, para entender mejor podemos ver el PM como una bolsa donde pongo muchos contaminantes y para llenar esa bolsa se calcula la contaminación de las diferentes fuentes hasta que se llena la bolsa. Acá aparece el famoso polvo de las calles, que si bien si contribuye a llenar la bolsa de PM10 es también el resultado de la combustión de otras fuentes de contaminantes. Es decir, que llenar la bolsa no es tan fácil, ni tampoco establecer con certeza de dónde viene cada uno.
Un estudio reciente muestra que el polvo de las calles contribuye un 23% a la contaminación, pero en total las fuentes móviles sumadas, donde el polvo suma un porcentaje, aportan el 65% de la contaminación. En otras palabras, el polvo no es el mayor problema de contaminación, además si lo medimos también está sumando a los contaminantes de las fuentes móviles (carros, motos, buses).
Con eso en mente, está claro que morimos más por este aire, que nuestros niños se enferman más por la misma razón y que la contaminación en mayor medida está dada por los combustible fósiles. A pesar de eso, la discusión continúa siendo sobre los costos, la infraestructura, etc.
Acá la vida y salud de todos debería primar y ser lo más importante, así que debemos incluir tecnologías limpias en las nuevas flotas de todo el transporte público. Cuando digo limpias es limpias, no un veneno en menor concentración (ejemplo motor Euro V).
Hay que dar el primer paso y verlo como una inversión en salud, calidad de vida. No obstante, recuerde que usted como ciudadano del común también suma, por eso debemos racionalizar el uso de carro, sacar más la bicicleta, reciclar, en fin... un sinnúmero de actividades posibles con las que podemos aportar.
Para finalizar, usted elige qué come, qué bebe, qué se pone, el aire no, ese no toca a todos. No lo olvide señor alcalde.
Riojas-Rodriguez, Horacio & Soares da Silva, Agnes & Texcalac Sangrador, José Luis & Moreno-Banda, Grea. (2016). Air pollution management and control in Latin America and the Caribbean: Implications for climate change. Revista Panamericana de Salud Pública. 40. 150-159.
Ramírez Hernández, Omar & Verdona, Ana M & Amato, Fulvio & Catacoli Jimenez, Ruth & Rojas, Nestor & de la Rosa, Jesús D. (2018). Chemical composition and source apportionment of PM10 at an urban background site in a high–altitude Latin American megacity (Bogota, Colombia). Environmental Pollution. 233. 142-155. 10.1016/j.envpol.2017.10.045.