Los seres humanos siempre tendemos a evocar tiempos idos y a pensar que todo en el pasado fue mejor.
La nostalgia aparece seguida de una especie de confrontación con todo lo que nos sucede en el presente y nos conduce de inmediato a comentarios comparativos entre el ayer y el hoy, no sin cierta vehemencia que, a la postre, solo confirma que no fuimos capaces de evolucionar para construir un mejor presente.
¿Usted es de las personas que afirma que la correa de los padres o el reglazo de su maestro o de la monja en el colegio no le hizo daño alguno y continuó con esa “sana” costumbre con sus hijos?
¿Usted aprendió sexo de adolescente con una trabajadora sexual que le pagó su papá o con la empleada del servicio y, de paso, le demostraba respeto a la niña de bien que era su novia pero tenía su chica de barrio para pasar sabroso? O a usted, como mujer, no se le permitía ni hablar del tema para no parecer “ligera”?
¿Usted es de aquellas hijas a las que la mamá siempre le aconsejaba “aguante mija” pero a su hermano le advertía “no se deje, mijo?”
¿Usted aprendió desde tierna edad que todo lo que fuera “diferente” de pronto era pecado y le tocó vivir en el clóset más de 40 años?
¿A usted le enseñaron desde pequeño/a que si se arrepentía al final se le perdonarían todos sus pecados?
Alguna vez escuchó afirmar que lo grave no era hacer algo deshonesto sino permitir que lo descubrieran?
¿Usted es de aquellos/as que se creyó el cuento de ser “elegido de Dios” por los privilegios en que ha vivido y que por “algo” los pobres están donde están?
¿Usted se maravilla de los adelantos tecnológicos y es emocionado participante en redes sociales pero no se detiene a cerciorarse de la veracidad de la información y la reenvía como robot?
¿Usted es de aquellas personas que va por la calle y se burla de los gordos y critica las vestimentas de las mujeres?
¿Usted cuando ve un pequeño de raza negra dice, “Ay! Qué belleza de negrito!” pero jamás diría “Qué belleza de blanquito!”? O si se le cierra un taxi conducido por un descendiente de Belalcázar, Cauca grita “Indio tenía que ser!”
Acabamos de experimentar el fin de semana pasado un fenómeno que vale la pena resaltar y que es la prueba máxima del “sí se puede” que día a día hemos esquivado aportando cada uno nuestro propio aporte a la polarización, al odio, y a la separación de un pueblo que nos demostró que soñar, vivir, sufrir, celebrar unidos un triunfo deportivo fue posible y que de alguna manera enarbola una bandera amarilla, azul y roja con un verde esperanza en el escudo de su corazón .
Si no hemos avanzado mayor cosa desde ese ayer que nos trae una nostalgia engañosa, aprovechemos el hoy para construir un mejor presente y un futuro ideal. Échele cabeza y cambie ese chip!