En el algún momento de mi juventud creí de la misma forma que todos los marchantes el 1 de abril en la apuesta política del Uribismo y de la presunta inocencia en todos los casos de corrupción, en el cual se encuentran involucrados muchos de sus leales acompañantes y que alguna vez formaron parte de su gobierno.
No fue hasta hace mucho, que defendí con carácter y convicción sus tres huevitos, es decir, esos postulados que todos en su período escuchamos y sentimos como nuestros en el discurso de Uribe. No puedo negar que me calaron y además me llegaron sus discursos, a veces me pregunto por qué y mi respuesta siempre es la misma: tuve miedo, miedo al cambio, miedo a la paz, miedo a que no mejoren las cosas, miedo a la decepción, el enojo y la frustración al prender el televisor o leer los diarios y encontrarme con la realidad, tan atropelladora de sueños, además de que cada escándalo era mayor (Chuzadas, falsos positivos, agro ingreso seguro, Odebreth, Reficar etc.) a veces no se sabe ni que pensar y se naturaliza “el fue a mis espaldas” o “el me acabo de enterar”. Después me doy cuenta de la convocatoria de una marcha contra la corrupción.
Las marchas son la máxima expresión ciudadana de que no estamos de acuerdo en la manera que se han comportado nuestros gobiernos, pero veo que las grandes personalidades que la convocan no tienen moralidad o más bien si la tienen, esa llamada doble moral, me asombro y digo ¡YO NO MARCHO! quienes son ellos para encabezar esta marcha, con qué ética y moral se convoca. Y entonces no marché, pero tampoco le dije a quien lo quisiera hacer que no lo hiciera, porque hay algo fundamental y es la libertad, la libertad de expresar mi inconformidad.
Ante esto seguí las noticias, las fotos y los videos, y vi que no fue una marcha contra la corrupción solo fue una marcha contra Santos, la paz y la libertad de expresión, porque quien no esté bajo el marco de los postulados de la marcha, se podría decir que aquellos postulados pertenecientes a Ordoñez y Uribe, es casi que linchado, ejemplo claro fue lo que sucedió con dos personajes y críticos políticos Daniel Samper y Vladdo quienes salieron a marchar contra la corrupción y no fueron muy bien recibidos, de hecho fueron sacados.
Como conclusión desperté del uribismo, de ese éxtasis el cual me lleno en algún momento de mi vida, creyendo que el problema y la culpa de todo es del otro y que la única forma de acabarlo es una actitud guerrerista, de acabar con mi enemigo, de exterminar a mi contrincante, de despotricar de él, hasta que me den la razón, desperté y es como si hubiera estado ciega durante un tiempo como alienada sin querer ver más allá. Yo no marché porque no fue contra todos los corruptos que tienen a mi país tan pobre, dividido y desigual.