Uribismo, un gigantesco experimento criminal

Uribismo, un gigantesco experimento criminal

"Mezcla poder político y económico con distintas expresiones para tomar el poder estatal y ponerlo al servicio de sus distintos componentes"

Por: Emilio Lagos Cortés
noviembre 24, 2020
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Uribismo, un gigantesco experimento criminal
Foto: Leonel Cordero - Las2orillas

La revista Semana confirma su condición de vocera y publicista del uribismo. En su más reciente número dedica la portada y la entrevista central (más parecida a un publirreportaje) al primogénito de Uribe. En ella Tomás Uribe expresó que la gestión de Gustavo Petro en la alcaldía de Bogotá fue un pequeño experimento chavista. Para la derecha y el establecimiento colombiano adelantar políticas que protejan a los más desfavorecidos y al medio ambiente es socialismo castrochavista.

Les irrita que se haya disminuido el valor del pasaje en TransMilenio y el de las tarifas de aseo, que se le haya quitado parte de los negocios a la mafia que era dueña de la contratación en el distrito, que se haya establecido un programa de salud preventiva con 5.000 médicos y enfermeras, que se haya incluido a los recicladores en el esquema de recolección de basuras, que se haya iniciado la recuperación del hospital San Juan de Dios, que se haya creado la empresa de aseo más grande de Colombia (después destruida por Peñalosa) y que se haya estructurado el metro subterráneo, dejado listo para ser contratado.

A la afirmación de Tomás Uribe le respondemos que el uribismo ha sido un gigantesco experimento criminal de extrema derecha, con poco para envidiarle a regímenes criminales como los de Pinochet, Franco, o Hitler.

Para los uribistas, una buena gestión política es aquella que fomentó al paramilitarismo desde los ámbitos regional y nacional, que le dio entrada a los narcotraficantes a la Casa de Nari, que exterminó a los jóvenes vía falsos positivos y que abrió el país a la importación de papa, maíz y otros productos (aunque eso haya destruido la producción nacional, condenando a los campesinos al desempleo y la ruina).

El uribismo creció como proyecto político a la par con el narcotráfico. Mientras Álvaro se iniciaba como funcionario en la Aerocivil, el narcotráfico recibía licencias para sus aviones y pistas de aterrizaje. Mientras Marta Lucía avanzaba en su carrera política, financiaba con 150.000 dólares la liberación de su hermano narcotraficante en los Estados Unidos y presuntamente se asociaba comercialmente con el narcotraficante Memo Fantasma. Simultáneamente persiguen a los cultivadores de hoja de coca como si se tratase de los más terribles narcotraficantes.

Para rematar, la lista de senadores del uribismo incluye al primo de Pablo Escobar, a la hija y sobrina de un testaferro y de un sicario del cartel de Medellín, al hijo de otro Ciro Ramírez (exsenador condenado por parapolítica) y al mismo Álvaro Uribe (número 82 en una lista de narcotraficantes elaborada en Estados Unidos en los años 90). Para no mencionar que ya tuvieron en el senado a Everth Bustamante, el exguerrillero bueno; si es uribista no importa su pasado.

Se trata de un experimento que llevó al saqueo sistemático de los recursos estatales en beneficio de la elite uribista. Los financiadores del uribismo, grandes terratenientes y empresarios, recibieron miles de millones de pesos de programas como Agro Ingreso Seguro. Después devolvieron algo de eso para financiar las campañas políticas del uribismo, particularmente la de Andrés Felipe Arias, Uribito, el ministro de Agricultura que controlaba el programa de subsidios. Tomás y su hermano se beneficiaron mucho de esa lógica; influencias políticas en el concejo y la alcaldía de Mosquera y en la Dian convirtieron unos devaluados terrenos rurales en una muy valorizada zona franca.

El mismo Álvaro Uribe participó de esta dinámica, su finquita (a él le encantan los diminutivos) de apenas 1500 hectáreas, recibió casi 4.000 millones de pesos para su infraestructura de riego; mientras que miles de familias campesinas recibieron la astronómica suma de 600, sí, seiscientos pesos (cifra tomada de Semana, cuando era una revista seria).

En síntesis, el uribismo es un experimento político que mezcla poder político y económico con distintas expresiones de criminalidad, incluyendo sus corrientes más pervertidas (corrupción, narcotráfico y paramilitarismo) para tomar el poder estatal y ponerlo al servicio de sus distintos componentes; sin nada que envidiarle a las clásicas dictaduras criminales de derecha. Hoy ese experimento uribista teme que sus días hayan llegado a su final. Por eso enfilan baterías contra el proyecto progresista que amenaza con despojarlos del poder y adelantar un proyecto de sociedad en beneficio de las grandes mayorías de Colombia.

Tomás dijo también que la ñeñepolítica es una ficción inventada por la oposición. ¿Dirá lo mismo de los falsos positivos, los narcotraficantes en el uribismo, la parapolítica, Agro Ingreso Seguro, Reficar, las chuzadas, las masacres y la corrupción generalizada durante los gobiernos uribistas? Remató su “entrevista” afirmando la honorabilidad y el buen nombre de su padre. Curiosa la honorabilidad de un nombre tan relacionado con el mundo de la criminalidad, como se ha indicado en las líneas anteriores.

Adenda. Había cientos de millones de dólares para Avianca, y billones para los bancos, pero para Providencia solo hay convocatorias a donatones.

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