El alma de Álvaro Uribe va de dolor en dolor y de quebranto en quebranto, por eso es válido preguntarse hasta cuándo y hasta dónde podrá soportar tantas aflicciones ese corazón agobiado por el peso del pasado, del presente, y para colmo, por el temor de posibles eventualidades en un futuro que para él se ve poco halagüeño, especialmente en términos judiciales.
A propósito de dolores, su cuenta de Twitter ya parece un obituario; es decir, la sección necrológica de un periódico. Y que me disculpe el lector de dos de dedos de frente por esta innecesaria aclaración, pero es que a los muy cultos e ilustrísimos uribistas toca explicarles todo con plastilina. No vayan a creer que uno está insultando a su jefe, lo que no es mi estilo. Para la muestra lo que publicó ayer por la muerte lamentable del muy talentoso canta autor Jorge Oñate:
“Se suman los dolores del alma con el fallecimiento del noble amigo maestro Jorge Oñate”.
A propósito esa cuenta de Twitter de a poco se está convirtiendo en un indigesto sancocho de informaciones variopintas, casi siempre melodramáticas, fúnebres y quejumbrosas. Un sabio consejo para las personas cercanas del expresidente: péguense de Dios y de la Virgen para que no vayan a figurar en ese creciente y tétrico obituario. Lo digo porque la parca últimamente se está enamorando de los amigos del alma del expresidente.
Y Pensar que alguna vez esa cuenta de Twitter fue también el escenario desde donde presumía sus sospechosos triunfos, o el tablado donde aullaba sus furibundas arengas. Ah, qué tiempos de acrobacias y aspavientos cuando gozaba de una alta popularidad incuestionable. Hoy su panorama es muy distinto, empezando porque según mis cálculos desde Estados Unidos deben estar pensando en tomar decisiones respecto a su muy cuestionado proceder antes, durante y después de sus dos periodos presidenciales.
Ay, pobre corazón, un corazón cada vez menos firme… con su compañera inseparable: esa mano grande para imponer la beligerancia y el abuso de poder.