Pese a que le ha ido muy bien políticamente en los últimos 20 años, tiempo durante el cual fue presidente por dos veces y le eligieron en el mismo cargo a dos de los que él dijo, a Álvaro Uribe Vélez no le fue igual con sus tres inventos presidenciables para lograr lo que más ha anhelado.
El primero fue el más malo para él, el de Juan Manuel Santos, quien terminó haciendo lo que no quería que hiciera: realizar un pacto con el terror del país y para más piedra obtuvo un envidiable galardón mundial por eso.
Para rematar, le complicó el camino más adelante con la creación de una justicia que puede escudriñarle hasta el más horrendo de sus secretos, como ya aconteció, cuando dieron a conocer que no fueron 2000 sino más de 6000 los muertos en su doble presidencia.
Su segundo invento fue menos perverso y a quien lanzó como el que le devolvería el poder supremo que Santos le había usufructuado: Óscar Iván Zuluaga. Y aunque perdió con ese pupilo menos votado y pareció que la suerte lo había abandonado, resucitó después con su tercera creación: la de Iván Duque, una figura indeleble ya en la historia del país.
Le salió a su imagen y semejanza, pero a la vez ha sido lo peor que le ha sucedido, incluso más perjudicial que el propio primer invento, por cuanto con Duque ha recibido más mojo y ha perdido mucha credibilidad y respeto, hasta el punto de que lo comparan o dicen que superó ya a un vecino de igual aspecto.
Ahora está ad portas de recibir la estocada final en la comedia en que se convirtió su vida por querer ser el gran presidente eterno. Escena última que podría montarse en el 2022, cuando llegue con su cuarto invento, aunque desconocido todavía, pero que de seguro tratará de escogerlo bien parecido al tercero, su mejor creación hasta el momento, por su disciplinada actuación simbólica.
Iván Duque, sin duda, ha sido la mejor de sus tres creaciones, pero a la vez la que más afectó su imagen, por lo que podría convertirse en el peor de sus inventos, ya que con el cuarto fracasará como lo hizo con el segundo.
