Hace unos días el expresidente Álvaro Uribe publicó un tuit que muchas personas en las redes sociales tomaron como burla debido a lo ambiguo que fue. Sin embargo, este, fuera de tratarse de un disparate lingüístico, realmente acuña un concepto bastante peligroso al momento de interpretar el contexto en el que fue escrito: “revolución molecular disipada”, usado mucho por la extrema derecha chilena y en especial por un neonazi que ha sido invitado dos veces a dar cátedra a los militares colombianos.
El tuit publicado el pasado 3 de mayo por el expresidente Uribe a raíz de las movilizaciones en Colombia ante el descontento social por la polémica reforma tributaria impulsada por el gobierno, contenía las siguientes expresiones: “Resistir Revolución Molecular Disipada: impide normalidad, escala y copa”. Y aunque parezca algo superfluo, el término es parte de una teoría utilizada por la extrema derecha chilena y difundida por Alexis López Tapias, un entomólogo y publicista chileno que tiene largos antecedentes organizando encuentros nacionalsocialistas en toda América y que ha sido invitado dos veces a hablar sobre este tema en la Universidad Nueva Granada donde se forman gran parte de los militares en Colombia.
Pero se preguntarán ustedes: ¿qué es en sí la revolución molecular disipada?, ¿qué tiene que ver con el panorama de movilización social nacional presente en estos últimos días? La realidad es que esta es una teoría muy poco conocida en el ámbito académico y no tiene bases argumentativas sólidas, pero que pretende explicar cómo se articulan las protestas sociales en aras de desestabilizar el orden institucional.
Según expresó Richard Tamayo Nieto, doctor en Derecho por la Universidad del Rosario en una entrevista para CNN:
La tesis principal que tiene esta doctrina es que las manifestaciones populares tienen por objetivo principal llevar a un Estado a lo que ellos llaman "guerra civil permanente". Por lo tanto, debe de ser manejado por los Estados como un asunto de seguridad nacional y los manifestantes deben de ser considerados objetivo militar.
Esto es bastante peligroso para un país democrático que busca defender el ejercicio de movilización social y ciudadana, puesto que auspicia la estigmatización hacia los manifestantes y contribuye a la represión por parte de las fuerzas armadas, que son las encargadas de velar por el orden público.
Que el expresidente Álvaro Uribe y padrino político del presidente Iván Duque difunda tal pensamiento es preocupante, ya que es innegable la influencia que este tiene en los círculos militares y policiales, por lo tanto, es un asunto que nos llama a la reflexión acerca de la impregnación de la ideología neonazi dentro de las fuerzas del Estado.
Es entonces válido quedarnos con los siguientes interrogantes: ¿es esta la clase de ideología con la que están formando a quienes deben protegernos?, ¿es acaso Uribe un propulsor del neonazismo que busca dar órdenes a través de sus tuits en interés de eliminar toda clase de resistencia social frente al gobierno de turno? Lo que sí es incuestionable es que dicha teoría está teniendo efecto y eso se puede constatar con el uso desmedido de la fuerza pública y las descomunales cifras de heridos y muertos que acumula, hasta ahora, este paro nacional.