Uribe se volvió tóxico: medidas desesperadas y fallidas para limpiar su nombre

Uribe se volvió tóxico: medidas desesperadas y fallidas para limpiar su nombre

El uribismo ya no sabe qué más hacer. ¿Quedará tiempo suficiente a Uribe Turbay para desintoxicar la presencia nefasta de Uribe en su labor de volanteo?

Por: Carlos
marzo 04, 2022
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Uribe se volvió tóxico: medidas desesperadas y fallidas para limpiar su nombre
Foto: Archivo particular

Luego de la labor que se pretendió de zapa para abrirle camino al turbayismo dentro del uribismo sin que nadie se diera cuentasucedió, y está sucediendo todavía, la labor de desintoxicación pandémica. No se sabe cuántas dosis habrá que aplicar.

Uribe Turbay ha tenido que salir al rescate del uribismo menoscabado y descaecido en su trabajo de volantear, donde le fue como a perro en misa. Uribe se volvió tóxico.
Peor que el ébola, cuya infección parece más insidiosa que la del covid, a juzgar por lo que devela un documental en Netflix.

Todavía no se sabe. Parece seguro que la bancada perderá curules o no crecerá como debería luego de haber detentado el gobierno y sus mieles y tener reforma tributaria y ley de garantías. Todo pensado y cavilado a la medida de la aspiración clientelista. Y es que a la clientela hay que pagarla; no sale gratis jamás. Y el dólar está caro.

El problema es que Uribe tóxico es real. Es más, Uribe se quedó sin teflón. A Uribe Turbay, además de que nadie lo conoce, no tiene votos y, peor, no lo reciben en ninguna parte. Olvídese de manifestaciones masivas. ¡Ni se le ocurra ir a Soacha o a la Comuna Trece de Medellín porque lo sacan pitando! Haga reuniones masivas de cuatro periodistas preguntándole cómo va la campaña.

Uribe Turbay ha estado encontrando un terreno minado y, además, no tiene discurso nacional. A los sumo de concejal de Bogotá y eso, quién sabe.

Si Uribe Turbay fue un engendro de Duque, turbayista de pura sangre como su padre Duque Escobar, aliado con Uribe, turbayista de pura sangre desde la Aeronáutica Civil, entonces le toca cargar esas dos cruces. Eso que se suponía al principio de la campaña eran prenda de garantía. Ahora son una rémora para la maquinaria. Por eso, quizás por eso, por los favores preexistentes, está de primero en la lista de bancada.

Uribe Turbay fue una imposición mondá y lironda. Eso lo sabe todo el mundo. Uribe Vélez in fraganti. Y bien lo dice Yago en Otelo, en El mercader de Venecia: “YAGO: Bien, pero no hay remedio, la maldición es esa del servicio; por carta o por favor llega el ascenso, no como antaño, por antigüedad, heredando el segundo a su primero. (…)”.

Esa herencia de que Yago habla no es genética sino derivada de la función artesana, que luego devino burocrática por magia del clientelismo, precisamente. Y lucía sin remedio…

Entre Duque y Uribe le hicieron la tranca a María Fernanda, supuestamente para favorecer a Óscar Iván Zuluaga, que no ha sido candidato ni del uno ni del otro. La prueba: ahí está como alma en pena esperando ser rescatado por la votación de bancada. No se sabe si vive con respirador artificial en esta época pandémica.

Ahora bien, ¿le quedará tiempo suficiente a Uribe Turbay para desintoxicar la presencia nefasta de Uribe en su labor de volanteo? Se ve la desesperación en esas huestes.

Aunque han logrado que, mientras tanto, María Fernanda no salga ni en pintura.

Claro, el asunto es peliagudo y casi espeluznante. Es literalmente imposible pensar que Uribe Turbay pueda manejar a María Fernanda en el Congreso ahora que Uribe jamás va a estar. Eso no lo cree nadie. Ni en el más estricto régimen de terror podría imaginarse tal acontecimiento. Los que compraron esa boleta perdieron la plata.
Ahora bien, ¿quién metió a María Fernanda en el cuento de su precandidatura presidencial? Si no era de la corriente, según ella mamerta de Duque, ¿qué línea neomamerta podía impulsarla si ella misma no tenía votos, más que los de Uribe que la había traído en coche en su bancada?

Entonces, parece plausible, Uribe Turbay no necesita más trabajo que para salir él. Nunca para salvar a María Fernanda y claro, esta anda desesperada. ¡Se la acaba el tiempo! Uribe ya no puede salvarla. Y para colmos, Álex Char simula lanzarle un salvavidas de supuesta vicepresidenta que a Uribe debe saberle a cacho.

Todo eso es una situación tóxica creada por Uribe. Todo se le vendrá encima si la bancada pierde curules o no crece como debería crecer.

Imaginemos que la votación obtenga una bancada de apenas cinco curules. Desde el punto de vista de la desintoxicación sería un éxito, pero Uribe Turbay se quedaría sin oxígeno. El nieto se demoraría en ser delfín.

Ahora a Uribe Turbay le toca otra rémora. Gaviria ha empezado a moverse demasiado libremente. El liberalismo de maquinaria gana en movilidad: está regado por cuanta lista exista, como verdolaga en playa. Ya casi se vuelve petrista. Para una persona sin votos ni discurso que se le conozca solo el primer lugar en la lista lo salva. Su abuelo nunca fue un buen orador, más bien pulseaba.

Esto quiere decir que los que le sigan muy poco quedan a deberle. Por lo tanto, la unidad futura de esa bancada puede desmoronarse. Será a puro látigo que entran a la función circense de la unidad. Por lo pronto, tampoco le deberían mucho a Uribe que intoxicó la pretendida votación. Bien es que Duque tampoco ha hecho mucho. También es tóxico, aunque tiene la Ley de Garantías. ¿Podrá usarla como chequera? El riesgo es enorme a futuro: no tendría bancada que lo defienda. Recuérdese el desastre de Agro Ingreso Seguro.

Entonces la premonición de Shakespeare en Otelo nos dice que el clientelismo ha perdido demasiado piso. Quizás quien elija sea la maquinaria.

Ahora bien, ¿estará esta máquina, un tanto olvidada, lo suficientemente aceitada? Allí es donde radica la mayor toxicidad heredada de Uribe: no habría dejado que la mermelada corriera lo suficientemente fluida. Quizás se atoró en alguna parte. Nadie lo sabe todavía.

Ahora bien, de cara al costo, el volanteo no es que haya salido muy caro, aunque políticamente salió pésimo. No han tenido que pagar manifestaciones masivas... Umm… Ummmm.

Mientras tanto, Uribe Turbay navega en un mar proceloso. En un tuit leí que lo acusaban de estar vendiendo un fracking ecológico, algo que no se cree que exista ni en los Estados Unidos de América.

Enfrentado a consignas, favorables a contrarrestar el Cambio Climático, como las del Pacto Histórico, Uribe Turbay ha optado por la defensa de los combustibles fósiles, con lo cual se confirma un turbayismo recalcitrante a la retaguardia del avance social y de defensa geopolítica de la Tierra. De tal palo tal astilla.

Uribe Turbay estaría siendo tóxico consigo mismo. La bancada no le deberá mucho. El invierno viene, decían en Games of Throne.

Se cierne una duda terrible sobre si Uribe Turbay puede desintoxicar el uribismo.

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