Andrés Felipe Arias, el pupilo más ilustre y querido de Uribe, está condenado al olvido de su maestro por no decirle que Odebrecht le tenía una mesada para los dulces cuando era precandidato presidencial. Ahora, los uribistas salieron en defensa de su líder y dejaron a su suerte al que Uribe consideraba su “copia mejorada”.
Desde hace rato “Uribito” encabeza la lista de los cercanos al expresidente que están untados hasta el cogote por varios casos de corrupción. Y es que Arias es un digno representante de Uribe por andar prófugo de la justicia, excusándose en que todo es una persecución judicial. Sin embargo, el Centro Democrático le dio la espalda porque consideró que el silencio de Arias fue una traición, o en palabras de Uribe, lo hizo a sus espaldas. José Obdulio Gaviria fue el primero en salir a declarar ante el silencio de su líder, que en ocasiones pasadas ya venía presionando para que sus subordinados salieran a decir si tenían vínculos con la empresa brasileña o no. Y cuando Uribe da una orden como esta es porque sabe que hay gato encerrado.
Pero, ¿por qué será que a nadie le sorprende las declaraciones de Otto Bula echando al agua al exministro de agricultura? Porque ya son más de una decena de personajes sobre los que cae la sombra de la corrupción. Es un secreto a voces que los funcionarios de Uribe no son unas santas palomas y no puede ser coincidencia que tantas personas delinquieran sin que el jefe lo supiera.
Uribe sigue siendo el profeta del que tanto se sienten orgullosos los uribistas: Si él es un corrupto, Arias es “su copia mejorada”.