Uribe Noguera regresó a su oficio de arquitecto en la cárcel La Tramacúa

Uribe Noguera regresó a su oficio de arquitecto en la cárcel La Tramacúa

A 40 grados de temperatura e incluso cuando compartía celda con Popeye, el asesino de Yuliana empezó a distraerse haciendo planos y maquetas

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mayo 18, 2020
Uribe Noguera regresó a su oficio de arquitecto en la cárcel La Tramacúa

Dicen que los días eran menos sofocantes cuando Popeye estaba en la cárcel de la Tramacúa en Valledupar. Compartían el mismo pabellón, ahí estaba Candado, un temible paramilitar, varios explosivistas del ELN, y Luis Alfredo Garavito, el hombre que asesinó y violó a más de 100 niños. Popeye echaba cuentos todo el día, hacía bromas, era mejor que el televisor de 24 pulgadas que tenían todos en el pasillo. Pero a Popeye el cáncer de esófago lo fue apagando hasta que murió. Otro que empezó a enfermarse fue Garavito. El calor, el olor incesante a basura –el basurero de Valledupar queda a unos cuantos metros de ese pasillo- hace los días irrespirables.

58 años son una cadena perpetua en Colombia, por eso, ante la eternidad, Rafael Uribe Noguera pasa sus días haciendo las maquetas y planos que le mandan algunos clientes desde Bogotá. El cobro es simbólico. El dinero en ese pabellón no es tan necesario. Rafael Uribe Noguera tiene sólo una hora al día de sol y muchas veces no lo usa. Aunque tiene la protección de Candado prefiere evitar riesgos. Las amenazas son constantes. Los violadores tienen finales terribles en la cárcel.

Esta semana recibió una buena noticia y una mala. La buena es que su trabajo dentro del penal ya le reportó una rebaja de dos meses a su larga condena, algo que despertó la indignación de un país que nunca le perdonará el haber matado y violado a una niña de siete años. La mala es que uno de sus amigos más cercanos dentro del pabellón, Luis Alfredo Garavito, tiene dos tipos de cáncer y sus días están contados.

La Tramacúa fue construída en el año 2000 bajo supervisión del Buró de prisiones de Estados Unidos. Con paredes de seguridad que aguantan ataques de fusil y bazucazos tuvo un costo de 25 mil millones de pesos. Ahí terminará sus días, entre el calor pegajoso y el mal olor. Por lo general Rafael Uribe Noguera se resiente del clima y de un encierro asfixiante. Las maquetas y los planos que le mandan a hacer es el único medo que tiene para evadirse, así sea mentalmente, del encierro infernal en el que vive.

 

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