El espectáculo de dos expresidentes Colombianos haciéndose los encontradizos con Donald Trump, deja un mal sabor. Pero es fundamental reconocer que tienen todo el derecho a hacer ese oso. Es decir, a Uribe y a Pastrana no les pasará nada por haber ido a Mar-a-Lago a poner quejas frente al “imperio”. Ni a ellos, ni a sus seguidores, ni a los medios de comunicación que divulgan la noticia, ni a los empresarios que financian estos encuentros .
Colombia es una democracia, imperfecta, de eso no cabe duda. Nuestro país está plagado de corrupción, de narcotráfico, de inequidades sociales, pero el gobierno está obligado a obedecer las leyes, hay separación de poderes y las instituciones están por encima de sus gobernantes. Las condiciones de Colombia son muy distintas a las de Venezuela; quien no vea esto, es porque no quiere ver.
Hay un proceso de paz en marcha, con dificultades y tropiezos, pero la criminalidad asociada al conflicto, como son los secuestros, la extorsión, la toma de poblaciones, las emboscadas a la fuerza pública, han disminuido a niveles históricos, como nunca antes en 50 años. Quien no vea esto, es porque no quiere ver.
Aquí hay políticos presos, pero no presos políticos. Los militantes del Centro Democrático, por ejemplo, acusados o condenados por corrupción, han tenido todas las garantías, inclusive la de revisión de sus sentencias, no se les ha inculcado ningún derecho fundamental y en un exceso de generosidad pagan penas en instituciones no-penitenciarias. Quien no vea esto, es porque no quiere ver.
Los asesinatos a líderes sociales, que lamentamos como demócratas, no son crímenes de estado, sino de para-estado, es decir de organizaciones que pretender desde la clandestinidad torpedear lo que se ha avanzado en el tema de paz, restitución de tierras y reivindicación a las víctimas del conflicto. Esos asesinatos deben detenerse con toda la fuerza de la ley y sus culpables deben pagar un doble crimen: el de la muerte de los defensores de DDHH y la traición a la patria por sabotear la paz. Quien no vea esto, es porque no quiere ver.
En Colombia no hay desabastecimiento generalizado, no hay expropiaciones sin reparación administrativa, no hay un Poder Electoral cooptado por un solo partido de gobierno, no hay una rama Judicial al servicio de la presidencia, no hay una fuerza pública politizada y corrupta en su casi totalidad como la hay en Venezuela. Quien no vea esto, es porque no quiere ver.
Nuestro país viene de dos gobiernos muy distintos, el de Uribe que reinó por ocho años e intentó perpetuarse, lo que sí se parecería a Venezuela, y el de Santos que termina el año entrante y probablemente no logre dejar un sucesor. Vendrán gobiernos de 4 años, sin reelección y sin mayor continuidad partidista; eso no es lo que pasa en el vecino país donde, a partir de Chávez que gobernó hasta su muerte y dejó un sucesor gracias a la manipulación de recursos, medios y administración electoral no hay alternancia política. Quien no vea esto, es porque no quiere ver.
Ni Álvaro Uribe, ni Andrés Pastrana ven estas cosas de bulto.
Ciegos de resentimiento se fueron una reunión de pasillo con Donald Trump
para poner quejas y hablar mal del país
Ni Álvaro Uribe, ni Andrés Pastrana ven estas cosas de bulto. Ciegos de odio y resentimiento se fueron una reunión de pasillo con Donald Trump para poner quejas y hablar mal del país. A decir que los cultivos ilícitos habían aumentado y que la culpa de todo lo malo, se debe al proceso de paz con las Farc.
No hay más ciego que el que no quiere ver. Alvaro y Andrés perdieron esa capacidad y lo que es peor, no ven ni sus propios errores o los males que sus gobiernos le trajeron a Colombia, porque de corrupción, mafia, conflicto armado, violaciones a los derechos humanos y otras linduras estuvieron plagadas sus administraciones, que dejaron un reguero de muertes y un país incendiado por el conflicto armado. Ceguera adobada con neocolonialismo y lagartería, esa es la enfermedad que padecen y quieren que nos contagiemos todos de lo mismo.
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